14 de Kislev-
En honor al aniversario del casamiento de nuestro Rebe con la Rabanit Jaia Mushka, el 14 de Kislev, publicamos una nota sobre el matrimonio.
El Matrimonio
La institución del matrimonio se compone de dos elementos integrantes: el compromiso y el amor. Bajo la jupá, la novia y el novio se comprometen a permanecer fieles y leales el uno al otro, dando todo de sí para traer felicidad y estabilidad de su relación. Mientras que el compromiso compartido constituye el fundamento de la relación, es la pasión, el amor y los sentimientos de los demás, que dan color y vida a la relación, y lo hace tan atractivo el matrimonio. Es este último elemento que hace que los solteros renuncien a sus “libertades”.
La necesidad de estos dos ingredientes para asegurar un matrimonio feliz y estable, es indiscutible. ¿Cuál de estos dos valores deben constituir la base del matrimonio? ¿Con el amor se llega al compromiso, o viceversa? La tendencia actual de la sociedad en clara. Llegar a conocer a una persona por unos cuantos años, tal vez vivir juntos durante un período de tiempo, y el paso se realiza si es evidente que los sentimientos mutuos garantiza el compromiso del matrimonio colosal.
Por el contrario, la tradición judía es partidario de un enfoque casi opuesto. Familiarízate con una persona lo suficientemente bien como para determinar si sus valores y temperamento acuerdan con el suyo propio. Cerciorarse de que las dos personalidades no chocan, y ver que hay una atracción. Si todas estas piezas están en su lugar, el compromiso se hace. El amor se desarrolla y profundiza después del compromiso. Basado en el compromiso.
Está claro que para llegar a conocerse y amarse uno al otro antes del matrimonio no aumenta las probabilidades de que posteriormente tengan un matrimonio feliz.
Esto tiene mucho sentido. Si el compromiso se basa en el amor, el compromiso puede muy bien disminuir o desaparecer, siempre y cuando se desvanece el amor o desaparece. Si el amor se basa en un compromiso, a continuación, aunque a veces el amor se hace más débil, el compromiso asegurará de que los dos hagan el esfuerzo para volver a enamorarse.
De acuerdo a ley de la Torá, el matrimonio es un proceso de dos pasos. La primera etapa se denomina “kidushin”, y el segundo se conoce como “nisu’in”. Kidushin hace que la novia y el novio se convierten en marido y mujer. Después de este punto, si Di-s no lo permita, decidieron tomar rumbos diferentes, sería necesario un “get” (divorcio judío). Sin embargo, a la novia y el novio no se les permite vivir juntos como marido y mujer hasta que la segunda etapa, el nisu’in, se haya completado. En los tiempos modernos, tanto kidushin como nisu’in se llevan a cabo sucesivamente debajo de la jupá: el kidushin se efectúa cuando el novio le da a la novia el anillo de matrimonio, y el nisu’in a través de la unión del marido con la mujer bajo un mismo techo.
Primero viene el kidushin – el compromiso. Sólo entonces sigue el nisu’in, y todas las expresiones de amor.
La receta para un matrimonio comprometido y feliz.
Por Naftali Silberberg
14 de Kislev – Casamiento del Rebe
El Rebe Anterior, Rabí Iosef Itjak Schneerson, refiriéndose a Rabí Menajem Mendel dijo: “Un yerno como éste no puede encontrarse en ninguna parte!”…
Luego de la liberación del Rebe Anterior, el 12 de Tamuz de 1927, se logró que este pudiese abandonar Rusia junto a su familia y sus más cercanos allegados.En la lista de aquellos que recibirían permiso de salida se encontraba el nombre del Rebe, Rabí Menajem Mendel. “¿Usted tiene que llevar consigo un futuro yerno?”, preguntó el funcionario de emigración. “Ciertamente podrá encontrar uno fuera de Rusia”. El Rebe le respondió: “Un yerno como éste no puede encontrarse en ninguna parte!”.
Al año siguiente, el martes 14 de Kislev de 1928 por la tarde, se celebró la boda del Rebe con Jaia Mushka, hija de Iosef Itzjak.
Centenares de jasidím de Varsovia, de otras zonas polacas, de Lituania y de Rusia Blanca, vinieron para asistir a ella, amén de numerosos Rebes de otros grupos jasídicos y Rabinos de renombre. Poco después del casamiento, el Rebe envió al jóven muchacho a vivir a Berlin, en aquel entonces capital intelectual de Europa Occidental, donde Rabí Menajem Mendel habría de pasar parte de su tiempo en famosos centros de estudios.