Tranquilidad
No vamos a entrar en tecnicismos, ni a refutar a los que dicen que es imposible…
Es una realidad : hay judíos que cumplen con todos los preceptos y respetan tanto los fáciles como los difíciles, y no son sin embargo débiles ni pobrecitos. Al contrario, a esos judíos se los ve sanos de cuerpo y alma, alegres y llenos de satisfacción.
El motivo por el que al pueblo judío le fueron ordenados todos los preceptos, reside en las fuerzas especiales del alma divina, que es “una parte de la divinidad en lo alto verdaderamente”.
Con la ayuda de esas fuerzas especiales, regalo del Creador, el judío puede cumplir con los 613 preceptos, aún en los momentos más difíciles, como lo demostró la historia.
Esas fuerzas, no sólo le dan al judío capacidad para cumplir los preceptos, sino que le otorgan cualidades espirituales elevadas, con cuya ayuda puede servir a su Creador por encima de los límites de la naturaleza.
La Torá exige que un judío tiene que ser a la vez piadoso y agresivo , debe ser estable y a la vez avanzar. Las enseñanzas de la Torá acerca de la unión de los contrarios, se encuentra en muchos lugares, y también podemos descubrirlas dentro de los temas que se tratan en las secciones bíblicas que leemos en estas semanas.
Cada niño judío asimila desde su más tierna infancia conceptos firmes y básicos que penetran en las fibras de su alma y lo acompañan durante todos sus días.
Es educado en la fe de Di-s único, fuertemente ligado a todos los preceptos de la Torá, en forma tan obstinada, que a veces puede parecer ilógica.
Junto a eso se le exige no estancarse. Los anhelos de avanzar y mejorar, están unidos en él y aprende que nunca hay que conformarse con la posición a la que llegó, ya que el servicio a Di-s es infinito. Con cada paso adelante se le exigen dos pasos más.
La fuerza para unir estas dos cualidades contrarias, le fue otorgada al pueblo judío, pero es él quien debe revelarla y llevarla de la potencia a la acción.
El sábado pasado leimos acerca de la creación del mundo y la renovación de toda la creación. De esa Parshá (sección) aprendemos la necesidad de renovación constante en el servicio del judío. No hay que cumplir los preceptos con un acostumbramiento tedioso, sino que deben ser cumplidos con frescura y renovación incesante. La Torá nos exige que “día a día sean a tus ojos como nuevos”.
Sigue esta semana la sección de “Noaj”. El nombre de Noaj significa tranquilidad, y fue llamado así por sus cualidades. Su enseñanza es la de un servicio tranquilo, realizado con alegría y placer. La alegría y la satisfacción en el servicio del judío son regla elemental e imprescindible. A pesar de la enseñanza de Bereshit acerca de la necesidad de renovación y avance constante, se exige a la vez al judío, servir a su Creador con alegría y satisfacción. Aún después de unir estás dos cualidades tan importantes en nuestro servicio, no podemos quedarnos satisfechos. El sábado que viene la Torá nos dice “Lej-Lejá” (ve por ti). Sal de tu posición, elévate del nivel al que llegaste y sigue avanzando constantemente!