Vaietze – “Laban y Iaakov, dos visiones del mundo”
“Todos los veinte años que residió en la casa de Laván no se recostó”, como dice el texto: “y fue removido mi sueño de mis ojos”… “Trabajé para ti catorce años por tus dos hijas y seis años por tu ganado” (Bereshit 31:41)
El párrafo bíblico de esta semana se abre con el relato de la salida de Iaakov hacia Jarán, a la casa de su tío perverso, Laván el Arameo. En el camino se detuvo en Bet El, donde rezó al Altísimo y se recostó para dormir – “y se acostó en ese lugar”.
El Midrash comenta sobre ello: “aquí se acostó pero los catorce años que permaneció inmerso en la casa (de estudios de Torá) de Eiver no se acostó”. Otra opinión en el Midrash dice: “Todos los veinte años que residió en la casa de Laván no se recostó”, como dice el texto: “y fue removido mi sueño de mis ojos”.
Se entiende perfectamente por qué durante su estadía en la Academia de Eiver, Iaakov no tuvo deseos de dormir, puesto que aprovechó cada instante para el estudio de la Torá. Pero ¿por qué no durmió durante los veinte años de su trabajo en la casa de Laván, donde a simple vista se dedicó tan solo a una labor física en pastoreo de ganado?
EDUCACIÓN Y SUSTENTO
El viaje de Iaakov a Jarán se hizo con un alto objetivo espiritual. En Jarán Iaakov allanó el camino para sus descendientes, para que pueda santificar la vida terrenal y revelar las chispas de santidad que están escondidas en lo material. Por ello debía estar alerta y en guardia constantemente, frente a Laván el Arameo, que representa todo lo opuesto a esto.
Su visión del mundo y de la vida totalmente opuesta a la de Iaakov, expresó Laván con el argumento de: “las hijas son mis hijas, los hijos son mis hijos, y el ganado es mi ganado”. Reclamaba la potestad sobre dos áreas: el educativo (las hijas son mis hijas) y el de la actividad comercial (el ganado es mi ganado). Escuchamos estas planteos también de boca de los “herederos” espirituales de Laván el Arameo.
TIEMPOS MODERNOS
“Las hijas son mis hijas y los hijos son mis hijos” -reclamaba Laván. Acepto renunciar a los adultos, ustedes pertenecen a la vieja generación; pero los niños, ellos están creciendo en tiempos modernos y deben “avanzar” con la época. ¿Desean enseñarles judaísmo? ¡Con mucho gusto! Pero con un tinte de “modernismo”, “adaptando” la Torá a los tiempos que vivimos. Sólo de esta manera, crecerán como “personas” y podrán desenvolverse como corresponde en este mundo!.
“El ganado es mi ganado”- exigía Laván. No me inmiscuyo en los temas de la oración y en vuestra vida religiosa, pero en lo que hace a los negocios -ahí soy yo la autoridad. Deben resignarse y renunciar a vuestras aspiraciones de conducirse en la vida comercial de acuerdo a los lineamientos de la Torá, siendo meticuloso en todos los detalles y prohibiciones de engaño, invasión del área de los negocios del semejante, etc. De esta manera no se puede llevar adelante un negocio exitoso. En lo que hace a temas comerciales, ¡háganme caso! -argumentaba Laván el Arameo (cuyas letras hebreas, ordenadas de otra forma, forman la palabra “ramai”- tramposo).
DOMINIO ABSOLUTO
Por eso Iaakov no podía dormir durante su estadía en Jarán, como dijo: “y se removió mi sueño de mis ojos”. Debía asegurarse el dominio total en estos dos temas: la educación de los niños y el desenvolverse en el mundo terrenal específicamente acorde a la Torá. Se requería de él estar atento y no permitir a Laván y su gente entrometerse y digitar su conducta en estos temas.
Y eso es lo que dijo Iaakov a Laván: He trabajado para ti (con una entrega total) catorce años por tus dos hijas (la educación de los niños) y seis años por tu ganado (la actividad comercial) -me esforcé con toda mi alma para que la educación y el sustento se desarrollen sólo de acuerdo a las normativas de la Torá.
Esta fuerza heredó Iaakov a sus hijos hasta el final de las generaciones: la de cuidar con entrega y esfuerzo incondicional la educación de los niños, que sea con el estudio de santidad que marca la Torá, y el desenvolverse en todos los temas del hogar y del comercio con las premisas y principios del judaísmo y santidad.