Shemot – “¿Qué encierra un nombre?”
Un nombre es apenas un destello de la entidad original…
No obstante, dado que el libro entero es llamado con este nombre, ello nos obliga a decir que éste tiene una importancia mayor, comunicando el tema general del libro2, y no apenas evocar el comienzo dc su primer versículo.
En el primer párrafo del Libro de Shemot se mencionan los nombres de los judíos que descendieron a Egipto.
Esto sugiere una pregunta obvia: sus nombres también fueron mencionados -y de hecho con sumo detalle- en la Sección Semanal de Vaigash, al describirse el descenso del pueblo judío a la tierra de Egipto. ¿Por qué, entonces, se los menciona por segunda vez en la Sección de Shemot?
Además; incluso en la Sección de Vaigash la enumeración de los nombres de los hijos de Iaacov parece redundante. Sus nombres ya fueron mencionados varias veces antes en la Torá. Si’ la Torá hubiera dicho simplemente: “Iaacov y sus hijos descendieron a Egipto”, nosotros hubiéramos sabido de todos modos sus nombres.
El Midrash explica3 que la Torá menciona los nombres de los judíos para señalar el hecho de que a lo largo de los doscientos diez años que vivieron en Egipto no los cambiaron. Tal como entraron a Egipto con sus nombres judíos, así salieron de allí con los mismos nombres; no los cambiaron para adaptarse a la cultura egipcia. Para enfatizar esta idea, la Torá repite sus nombres nuevamente al comienzo del libro que describe su éxodo.
Esta explicación, sin embargo, no basta para aclarar por qué fueron mencionados todos los nombres de las tribus. Basándose en lo que expresa el Midrash hubiera bastado con decir simplemente que ellos no cambiaron sus nombres. El hecho de comenzar el libro con el versículo: “Estos son los nombres de los hijos de Israel,..”, y enumerarlos a todos individualmente, sin embargo, indica que hay una intención mas profunda además de la de enseñar que no los cambiaron, pues cada palabra en la Torá fue elegida cuidadosamente.
La fuerza para perseverar
Sobre el versículo4: “Estos son los nombres de los hijos de Israel…”, comenta el Midrash5:
El pueblo judío es comparado a las huestes de los cielos. Aquí, [respecto del pueblo judío,] se emplea la palabra “nombres”, y también respecto de las estrellas se emplea el término “nombres” – como está escrito6: “El cuenta el numero de las estrellas; El da nombres a todas ellas”.
Así, cuando los judíos descendieron a Egipto, el Santo, bendito sea, contó su numero, y dado que pueden ser comparados a las estrellas, El los llamó a todos por su nombre, como está escrito: “Estos son los nombres de los hijos de Israel…”.
El Midrash, entonces, subraya que Di-s llamó a los judíos por su nombre para enfatizar su importancia. Dado que el hecho de llegar al exilio abre la posibilidad de que su identidad se vea anulada en medio de los pueblos dcl mundo, con contarlos y llamarlos por su nombre, lo que Di-s hizo fue asegurar que esto no sucediera.
¿De qué manera? Podemos explicarlo en términos halájicos:
La ley judía establece que cuando un determinado producto cuyo consumo está prohibido se mezcla accidentalmente con un alimento kasher; siendo la proporción de este último sesenta veces mayor, la entidad prohibida pierde su fuerza y se considera batel, es decir, ha sido anulada. Sin embargo, hay un principio halájico que indica que si se trata de un davar shebeminian, es decir, de un producto que se contabiliza (por ejemplo, se expende por docena, etc.), nunca podrá anularse, ser batel. El hecho de que es contado lo dota de una importancia individual. Así, independientemente de cuál sea su proporción respecto del alimento kasher, su presencia jamás se anula7.
Un concepto similar se aplica respecto dc un objeto que tiene nombre.
Una de las mitzvot de la Torá es la de shijejá, esto es, abandonar para beneficio del pobre todo producto del campo que uno olvidó recoger durante la cosecha8. Sin embargo, si uno olvida recoger el producto de un árbol que tiene un nombre específico, no es necesario abandonar su producto para el pobre. Puesto que tiene nombre, jamás es verdaderamente olvidado. Así, la Mishná declara que toda vez que un olivar tenga un nombre especifico, no se aplican sobre éste las leyes de shejiná. Pues si bien a simple vista su propietario lo ha olvidado, dado que tiene un nombre, en su pensamiento interior el propietario no lo olvidara’.
Este segundo ejemplo representa un grado mayor aún de importancia que el expresado por el hecho de ser un davar shebeminián9.
Así, antes de que los judíos fueran a exilio, Di-s los contó y los llamó por su nombre. A primera vista, los judíos en exilio parecen haber sido olvidados, como está escrito10: “Y Tzión se lamentó, ‘Di-s me ha abandonado, y el Señor me ha olvidado”
No obstante, dado que los judíos son una entidad importante, lo que se refleja en el hecho de que Di-s los contó y los llamó por su nombre, nunca llegarán a quedar anulados o abandonados. Di-s, su “propietario”, nunca los olvidará
Esto explica también el hecho de que aunque el Midrash comience comparando a los judíos con las huestes del cielo en su totalidad es decir, incluyendo también al sol y a la luna el texto bíblico citado como prueba menciona únicamente a las estrellas. Porque las estrellas disfrutan de una ventaja frente al sol y la luna, acerca de los que esta escrito11: “La luna será humillada y el sol avergonzado”. Las estrellas, y similarmente el pueblo judío para el que ellas sirven de analogía, en cambio, brillarán resplandecientes por siempre.
Todas las diferentes interpretaciones que encontramos sobre un mismo versículo comparten necesariamente una conexión entre sí. Esto es cierto también respecto de las dos interpretaciones mencionadas antes:
El llamar a los judíos por su nombre los convirtió en una entidad importante que jamás puede ser anulada. Esto, a su vez, los dotó de las fuerzas necesarias para transitar por el exilio sin alterar sus nombres, los volvió capaces de soportar el exilio egipcio y emerger de él portando los mismos nombres que tenían cuando descendieron allí.
A Imagen de Di-s
De este versículo puede derivarse otro concepto mas12:
El Midrash enseña 13:
Respecto de los malvados está escrito: “Goliat era su nombre”14, “Nevel era su nombre era su nombre”15, es decir, sus nombres personales preceden al término “nombre”. En los justos, en cambio, está escrito: “Su nombre es Kish”16, “Su nombre es Shaul”17, “Su nombre es Ishái”18, es decir, el término “nombre” precede al nombre individual. ¿Por qué es así? Porque los justos se asemejan a su Creador, y también respecto de Di-s [el término precede al Nombre, como] está escrito17: “Mi Nombre, Iud-Hei-Vav-Rei, no di a conocer a ellos”.
La lectura de la Torá de esta semana sigue un modelo similar: comienza con “Estos son los nombres” y sólo luego enumera aquellos nombres: “Rubén, Shimón, Leví…”. También aquí el versículo está estructurado conforme el modelo que refleja cómo “los justos se asemejan a su Creador”.
También en esto hay una conexión con las dos declaraciones midráshicas mencionadas anteriormente. La judíos son descriptos con la analogía de las estrellas, y no cambiaron sus nombres, porque son una nación de hombres justos18 que se asemejan a su Creador.
Un fulgor y no la escencia
Los conceptos anteriores pueden aclararse mejor comprendiendo el significado interior, más profundo, de qué es un nombre.
La Divinidad que desciende para llamar al mundo a la existencia y dotarlo de vida puede verse en términos de “el Nombre de Di-s”.
La explicación de esta analogía es la siguiente:
Un nombre es apenas un destello de la entidad original llamada con ese nombre, mas no la entidad propiamente dicha. Por ejemplo, hay un dicho que expresa: “El nombre del rey es llamado sobre ellos”, es decir, es sólo el nombre del rey, y no su esencia, con la que se denomina a su país. El nombre no nos informa acerca de la esencia de la persona que es llamada con ese nombre.