Jukat -”La liviana igual que la grave”
“Este es el decreto de la Torá” (Bamidbar 19:2)
Cuando la Torá comienza a enumerar las leyes de la Pará Adumá, la vaca colorada cuyas cenizas son salpicadas sobre el impuro que estuvo en contacto con un muerto, para purificarlo – la Torá nos da un prólogo y dice: “Este es el decreto de la Torá”. A simple vista era más apropiado que diga: “Este es el decreto de la vaca”. De eso mismo deducimos que la Torá nos señala aquí que el precepto de la vaca colorada en realidad es el precepto de toda la Torá, y hay en ella algo común y aplicable a todos los preceptos.
La singularidad del precepto de la vaca colorada, es que no tiene razón lógica. Cuando el Judío cumple este precepto no posee comprensión alguna en el motivo de la Mitzvá, y lo ejecuta como un puro mandato Divino. Es así como se debe enfocar todos los preceptos, incluso aquellos que poseen una motivación lógica – deben ser cumplidos como la absoluto Voluntad de Di-s, que está por encima de la lógica humana.
CADA DETALLE ES IMPORTANTE
Hay una diferencia de esencia entre la capacidad de la razón: El intelecto, por su propia naturaleza no es absoluto, y por ende cada detalle es medido y valorado por el peso de su lógica. Hay detalles más importantes y los hay menos importantes. A diferencia de ello, la voluntad no se divide. Cuando la persona quiere algo – la voluntad lo abarca en su totalidad, con todos sus detalles y cada uno de ellos es importante como la totalidad de la cosa.
Así también ocurre con los preceptos de la Torá, siendo que su verdadera esencia es la Voluntad de Di-s, no son divisibles. Todos los preceptos de la Torá tienen la misma importancia, y cada pequeño detalle afecta la integridad esencial de la Mitzvá. Hay veces que cumplir parte de la Mitzvá equivale a nada, y otras donde una parte equivale a la totalidad.
BRILLA ABIERTAMENTE
Este precepto se expresa también en las leyes de pureza e impureza (representadas por el precepto de la vaca colorada). Si la persona toca el elemento impuro con uno de sus miembros – la impureza recaerá de inmediato sobre todo el cuerpo. No hay diferencia entre el contacto exterior con la impureza a la ingestión de la misma – la persona se hizo impura con toda la intensidad también a través de tocar. No hay diferencia si tocó la impureza intencionalmente o sin querer, e incluso coersionado . Asimismo, el efecto de la impureza también es absoluto – el impuro tiene prohibido ingerir elementos sacros (de las ofrendas, etc.), y más aún “al Santuario no ha de venir”.
La causa de esto es que en las leyes de pureza e impureza brilla la Voluntad Divina de manera manifiesta7, por ello en estas se expresa la verdadera esencia de la Voluntad Divina, donde no hay subdivisión ni distingo entre tal o cual detalle.
NO CONFORMARSE
De aquí debemos extraer una enseñanza para todas las Mitzvot de la Torá (“éste es el decreto de la Torá”): dijeron nuestros Sabios Z”L “no estés sentado sopesando los preceptos de la Torá”, sino “sé cuidadoso con una Mitzvá liviana como con una grave”. El judío debe sentir que cada Mitzvá es la Voluntad de Di-s, y en la voluntad Divina no hay subdivisión y no hay detalles más importantes que otros, por eso se debe ser cuidadoso incluso en un cuidado detallista de los Sabios como lo es la “grave de las graves”.
También cuando nos ocupamos de acercar el corazón de los judíos a su Padre Celestial, no hay que darse por satisfecho si el prójimo cumple los preceptos más graves, sino que debe hacerse los máximos esfuerzos para que el prójimo llegue a cuidar también el detalle más liviano de los Sabios, y que el tema le sea importante y le afecte hasta lo más esencial de su alma.
(Likutei Sijot Tomo 13, pag. 66)