La eternidad de la Suca
La incertidumbre, miedo y violencia colman los horizontes del globo. El mundo está temblando. Para los judíos y para el mundo entero, en Israel y en el extranjero, las instituciones se desintegran, las vidas estallan, el dolor se extiende y las perspectivas de guerra global son reales.
Abraham Reisen (1876-1953) escritor en idish, compuso un poema, empleando la metáfora. En él pinta el cuadro de un padre judío que se sienta en su Sucá– choza físicamente frágil, en la que se habita durante la fiesta de Sucot-cuando amenaza una tormenta. Su hija angustiada intenta convencerlo de que la Sucá está a punto de caerse. Pero el padre le asegura que a pesar de los desafíos, la Sucá ha estado de pie 2000 años y no se caerá.
Eternidad
Unos años antes, en un ensayo de 1891, León Tolstoi dijo:
“¿Que es el judío? Contemplemos qué tipo de criatura única es esta, a quien todos los gobernantes y todas las naciones del mundo han deshonrado y han aplastado y expelido y destruido; perseguido, quemado y ahogado, y quién a pesar de su enojo y su furia, continúa viviendo y floreciendo. ¡¿Quien es este judío a quien ellos nunca tuvieron éxito de incitar con todas las tentaciones del mundo, cuyos opresores y perseguidores sólo sugirieron que negara (y repudiara) su religión y dejara de lado la fidelidad de sus antepasados?!
El judío es el símbolo de eternidad. Él es quien ellos nunca pudieron destruir, ni con baños de sangre, ni aflicciones, ni el fuego ni la espada tuvieron éxito aniquilándolo. Él es quien por largo tiempo ha guardado el mensaje profético y lo ha transmitido a toda la humanidad. Un pueblo como éste nunca puede desaparecer.
El judío es eterno. Él es la encarnación de eternidad.”
Adolf Hitler empezó su levantamiento en los finales de 1920, hablando en los vestíbulos de cervecerías de Munich.
Se cuenta que en una reunión, entre el humo de los cigarros y el olor de cerveza Bávara, la voz de Hitler podía oírse enfurecida.
“El infortunio de Alemania son los judíos. Los judíos son la razón por la que perdimos la guerra. Los judíos son la razón por la que sufrimos desempleo. Los judíos son la razón de que no tenemos pan. ¡La salvación de la Patria alemana reside en librarse de los judíos!”
Cuando terminó la perorata, el público lo aplaudía. Atrás del cuarto, un judío anciano también aplaudía. Después de que el público terminó y salió; este hombre continuó su ovación. Hitler caminó hacia el hombre y gritó: “¡¿Usted no cree que hablo en serio cuando digo: ‘ los judíos son la desgracia’ de Alemania?! ¡¿No me cree cuándo digo que pienso librar Alemania de los judíos?!”
El hombre, intrépido, lo miró y dijo: “¡Oh, asumo que quiso decir cada palabra!. Usted debe recordar, sin embargo, que somos un pueblo antiguo y usted no es el primero en odiarnos. Había un Faraón malo que también nos odió hace muchos años. Nos esclavizó durante más de 200 años. Di-s nos salvó de él, y en honor a ese evento tenemos la fiesta de Pesaj. Siglos después, el malvado Haman también nos odió, e intentó matarnos. Di-s nos salvó y en honor de esa experiencia tenemos la fiesta de Purim. Vinieron los griegos que intentaron oprimirnos y tenemos Janucá. Pero usted, Hitler, nos odia más que cualquiera de nuestros enemigos. Cuando Di-s nos salve de usted, ¡¡¡qué regocijo será!!!”
¿No es asombroso que siglo tras siglo, después tantos esfuerzos por matarlos los judíos todavía están aquí?
El Secreto
¿Cuál es el poder de la Sucá? ¿Por qué no sucumbió a las poderosas tormentas de la historia?
Rabi Akiva, contestó la pregunta. El Talmud (Berajot 62b) dice que él enseñaba Torá en público cuando el gobierno romano lo prohibió. Papus ben Iehuda, le advirtió que estaba poniendo en peligro su vida. Rabi Akiva contestó con la parábola que compara lo que es la Torá para los judíos con lo que el agua es para los peces. “La Torá es la supervivencia judía. Sí, estamos en peligro, pero si dejáramos la Torá que sostiene nuestra identidad para entrar en la tierra seca de los romanos, moriríamos indudablemente”.
Hay Sucot que han sucumbido a las tormentas. Los judíos también han caído en manos de asesinos antiguos y modernos. El propio Rabi Akiva fue ejecutado bárbaramente por los romanos. Pero, como la metáfora de Reisen nos recuerda, hay un significado eterno en el hecho que los judíos han sobrevivido y han crecido. No en monumentos poderosos de piedra. Egipto antiguo, Grecia y Roma construyeron edificios espléndidos, pero sus civilizaciones se han acabado.
Es en las paredes frágiles e inestables de una Sucá- en las fortalezas aparentemente frágiles, nebulosas e intangibles de la fe, Torá y Mitzvot e integridad espiritual- que se crea esa eternidad.
Adaptado de un artículo de Yosef Jacobson