Bamidbar – “La preparación para recibir la Torá”
Esta Parshá se lee siempre antes de la fiesta de Shavuot. Por lo tanto, es considerada como una preparación para recibir la Torá.
Es sabido que el contenido de la Parshá está condensado y contenido en su nombre. Debemos encontrar pues, la relación entre el nombre de la Parshá, “Bamidvar”- en el desierto- y la festividad de Shavuot.
“Desierto” expresa una situación no deseada, ya que se trata de un lugar deshabitado e infértil. Nuestros Sabios explican en el Talmud que la palabra Sinaí proviene del vocablo “siná” (odio). ¿Cómo es posible que “midvar” (desierto) y Sinaí (odio) sean una preparación para la entrega de la Torá?.
NO CONFUNDIRSE
“Desierto” y “Sinai” representan condiciones necesarias para que el estudio de la Torá sea exitoso. La premisa para recibirla es dejar de lado las cuestiones mundanas para que no perturben a la persona en su estudio de la Torá. Quien desee aprenderla debe desconectarse completamente de todo lo que pueda distraerlo. Pero no sólo debe aislarse de cuestiones terrenales materialistas, sino incluso de otros temas que son parte de la Torá pero no corresponden al tema de estudio en cuestión. Incluso, aunque la meta del judío debe ser “estudiar para enseñar”, en el momento del estudio, la concentración absoluta debe estar en el “estudiar” y no en el “enseñar”. La intención de instruir debe venir después del aprender “per se”. Lo mismo con relación a que toda la Torá es una unidad por lo cual todos los segmentos de la Torá están totalmente conectados y unidos entre sí. Sin embargo ver y analizar la relación de lo estudiado con otros temas es un segundo paso en el estudio. Pero cuando la persona comienza a estudiar, debe concentrarse únicamente en ese punto y desconectar su atención del resto de las partes de la Torá.
SENTIMIENTO DE DESOLACIÓN
Este es el concepto de “desierto”. No es un lugar habitable, y por ende no hay allí ningún elemento que distraiga. Así debe acercarse el iehudí al estudio; sintiendo que está en el desierto, no hay allí nada más que la Torá. Como versa el pasaje del Talmud: “Quién no hace de sí mismo un desierto, jamás conquistará Sabiduría y Torá”.
Pero no es suficiente con el “desierto”, también es necesario el “Sinaí”, la aversión, ya que cuando el judío se dedica al estudio de la Torá no solo debe aislarse de lo que lo entretenga, sino que debe sentir rechazo a todo lo que aturda. No soporta nada que obstruya la Luz que hay en la Torá.
REVERTIR EL MUNDO
Una preparación como esta para el estudio de la Torá provoca que la persona, no sólo tenga éxito en absorberla cabalmente sino que, además pueda enseñarla, y a su vez se ocupe de los temas terrenales de la forma correcta.
Ya que el objetivo final no es odiar al mundo físico, sino rechazar y anular los detalles indeseables que hay en él, revertir el objetivo de lo material para el bien y descubrir que la verdadera existencia de lo terrenal está al servicio de la Torá.
Hasta que toda la Creación haga de este mundo “una morada para Di-s”, con la llegada del Mashíaj.
Torat Menajem Hitvaaduiot, 5750, tomo 3 Pág. 241