Por Miriam Adahan
Un padre puede decirle «no» fácilmente entre 200 y 300 veces al día a un niño pequeño. Tras una lluvia de «no», el niño puede volverse tan insensible al dolor que deja de escuchar. Obviamente, un padre debe establecer límites, pero también es esencial mostrar empatía al hacerlo. Enseñar a los niños a afrontar las infinitas decepciones, pérdidas y frustraciones de la vida con determinación y disciplina es lo que les ayuda a fortalecer su ego. Aunque se quejen y te acusen de ser el padre más cruel del mundo, algún día apreciarán que te preocupaste lo suficiente como para protegerlos. Además, defender tus principios frente a sus amenazas y tu capacidad de negociación les ayudará a resistir las tentaciones y el acoso que inevitablemente encontrarán.
A continuación se ofrecen algunas sugerencias para utilizar con niños pequeños:
1. Di un «sí» parcial: acepta parte de lo que quiere, como en:
- «Sí, puedes comer esa galleta… después de comer».
- Sí, puedes andar descalzo cuando hace más calor, pero ahora hace frío y necesitas mantener los pies calientes con calcetines y zapatos.
- «Sí, puedes salir, tan pronto como la habitación esté ordenada».
- «Puedes rodar la pelota por el suelo, pero lanzarla es para jugar al aire libre».
- «Puedes golpear/pellizcar/apretar la almohada, pero no al bebé».
2. Explica brevemente tus sentimientos: algunos niños tardan más en desarrollar empatía. Sin dramatizar, hazles saber:
- Quiero escucharte, pero me duelen los oídos cuando hablas así. Por favor, usa tu voz de adulto y repite lo que quieres decirme.
- Me encantaría ir, pero tengo las piernas muy cansadas. Siento que necesito recargar las pilas. Si me voy a descansar, podemos salir.
- «A mí también me encantaba la comida chatarra y dejarla fue difícil, pero te amo lo suficiente como para querer que comas comida saludable».
3. Háblale a la parte del cuerpo : Los niños suelen caer en un círculo vicioso y les cuesta detener lo que estén haciendo. Como les gusta dar órdenes, dígales que le ordenen a la parte del cuerpo que se está comportando mal que se detenga. Dígale al niño:
- Dile a tu boca: «¡Deja de morder!» o «¡Deja de hablar!»
- Dile a tu mano: «Deja de golpear». O, «Deja de golpear».
- Dile a tu pierna: «Deja de patear».
- Dile a tu mano: «¡No golpees! ¡Sé suave!»
Adolescentes:
Decirle NO a un adolescente puede provocar un aluvión de reacciones y poner a prueba tu propio ego. La mayoría de los adolescentes detestan depender de sus padres y se creen mucho más inteligentes y «geniales» que ellos. A los adolescentes que les aterra ser rechazados, despreciados y marginados puede que no les importe lo que pienses; lo único que importa es no sentirse excluidos entre sus compañeros. Para forjar su propia identidad (y a menudo ganar puntos con sus compañeros), se rebelan contra sus padres, discuten con ellos por todo y los excluyen. La terquedad a menudo sustituye a la inteligencia. La maldad les da la ilusión de poder e independencia, como si dijeran: «No necesito a mis padres».
Durante este doloroso momento, los padres también atraviesan sus propias crisis: financiera, emocional y, a menudo, también física. Quizás no tengan la paciencia ni la fuerza para poner límites. Podría parecer más fácil simplemente ceder. Recuerden, su capacidad de mantenerse firmes será respetada —¡más adelante!— y realmente demuestra cuánto les importa.
Cuando necesites poner límites, evita el sarcasmo y los insultos, especialmente «egoísta, egocéntrico, malcriado, vago, desaliñado, loco, idiota», etc. Aunque creas que estos insultos reflejan la verdad, guárdate tus opiniones, ya que expresarlas te causará graves daños más adelante. Si hablas cuando estás enojado, es probable que recurras a amenazas exageradas, como «¡Estás castigado hasta que te cases!». Y el castigo puede ser más duro para ti que para ellos, ya que se enfurruñan, pisotean, amenazan y generan energía negativa como un reactor nuclear. Al hablar, evita miradas o gestos condescendientes (como poner los ojos en blanco, las manos en las caderas o cruzar los brazos). Tu tarea es ser como un policía protector, estableciendo las reglas y aplicando las «multas» apropiadas de la manera más desapasionada y emocionalmente neutral.
Adolescente #1: «Todos van a ir a este evento. No puedo creer que no me dejes ir».
Padre/Madre: «Entiendo cómo te sientes, pero es mi responsabilidad protegerte». O bien, «Sé cuánto deseas ser independiente y sé lo emocionante que son estos eventos. Sin embargo, esta es mi decisión y es definitiva».
( No : «¡Estás loco! ¡No me importa lo que hagan tus amigos! De todos modos, eso es mentira. ¡No todos van a ir!»)
Adolescente #2: «¡Tengo que hacerlo todo en esta casa! No soy tu esclava. Nunca tengo tiempo libre. ¿Por qué no le pides a alguien más que haga estas tareas tontas?»
Padre: «Definitivamente quiero hablar de esto contigo. Cuando estés listo para hablar sin gritarme, avísame». «La regla es que tu ropa debe estar en el cesto de la ropa sucia, o no se lava». O: «Veo que estás molesto, pero no te escucharé a menos que encuentres una manera más respetuosa de hablarme». «Entiendo lo presionado que estás con todas estas pruebas, pero es una buena preparación para la edad adulta saber preparar una comida (levantarte a tiempo, planchar tu ropa y limpiar tu propia habitación).
( No : «¡Eres un mocoso egoísta y perezoso! ¡Apenas te pido que hagas nada!»)
Adolescente n.° 3: «¡Te odio! Todos tienen ________ (aretes de diamantes, trajes caros, etc.). Pareceré un bicho raro si no tengo ______. ¡No te importa! ¡Siempre intentas controlarme! ¿Por qué tienes que tomar cada pequeña decisión por mí?»
Padre: «Sé lo frustrante que es no poder hacer/comprar lo que quieres, pero estas son las reglas».
( No : «¡Solo piensas en ti mismo! ¡Eres un derrochador y materialista! ¡El dinero no crece en los árboles!» «¡Estás castigado hasta que te cases por hablarme así!»)
Adolescente n.° 4: «No fue nada. Solo un día de suspensión de la escuela. Eres tan histérica. Te estresas mucho por todo. Por eso no puedo hablar contigo».
Padre: «Me sentiría más seguro si me dijeras la verdad».
Adolescente #5: «Saqué una nota pésima. Ahora nunca entraré a la universidad. ¡Nunca estaré a la altura de tus expectativas! Soy un completo fracaso».
Padre: «Siento mucho que estés pasando por tanto dolor. Juntemos nuestras mentes y busquemos soluciones creativas».
Adolescente #6: «¡Revisaste mis pertenencias! ¡No tenías derecho a hacer eso! ¡No puedo confiar en ti!»
Padre: «La cagué. No te culpo por estar molesta. Lo siento. No me di cuenta de cuánto te molestaría esto. Pero aun así tienes que hablarme con respeto».
Se necesita una enorme fuerza espiritual para mantener el control en estos momentos y no tomarse sus rabietas y maldades como algo personal. Quizás necesite un terapeuta que le ayude a lidiar con sus propios sentimientos de dolor, rechazo y abandono, para que su dolor no se extienda a sus hijos. Si mantiene la ecuanimidad, su hijo se calmará con el tiempo y su relación mejorará gradualmente. Aunque a ese adolescente le lleve diez o veinte años «madurar», las fortalezas que demuestre le fortalecerán. Sin embargo, si su hijo se comporta de forma destructiva hacia los demás o hacia sí mismo, si se pasa la noche despierto y duerme todo el día, o muestra signos de adicción (a la comida, internet, compras, etc.), no come o está demasiado ansioso para funcionar, son señales claras de que necesita ayuda externa.