Contra Viento y Marea
El 20 de Av, es el Iortzait de Rabí Levi Itzjak, padre del Rebe del Lubavitch.
Una red de espías se infiltró en su Sinagoga, observando cada uno de sus pasos. De hecho, ya había sido recogido un espeso expediente de sus “crímenes”
No obstante, debido a su valor e ingeniosidad, Rab Levi Itzjak había tenido éxito hasta ahora.
Cuando el gobierno decidió realizar un censo en el que todos los ciudadanos soviéticos debían responder si creían en Di-s, muchos judíos, incluso aquellos que eran absolutamente creyentes, habían planeado contestar negativamente.
Rabí Levi Itzjak, sin embargo, no quería oír semejante cosa, y corrió de una Sinagoga a otra, convenciendo a las personas de que no negaran la existencia del Di-s de sus padres. Como resultado de su campaña fue convocado a comparecer ante las autoridades.
“¿Qué falta he cometido?” contestó inocentemente el Rabino. “Cuando noté que algunos judíos estaban pensando en mentir, hice solamente mi trabajo como ciudadano soviético y les insté a que dijeran la verdad”
Llegó el día en que Rabí Levi Itzjak fue invitado a comparecer ante la Corte. Los cargos en su contra consistían en dirigir actividades judías en su casa. Como esto estaba estrictamente contra la ley, si se le encontraba culpable, el castigo sería virtualmente severo.
La aprehensión del Rab sólo creció cuando vio a los dos principales testigos. El primero era el Conserje del edificio en que él vivía, un joven judío que era un comunista acérrimo. Las autoridades le encomendaron seguir de cerca las idas y venidas de los residentes, y Rabí Levi Itzjak supo que este testigo era de mucho peso. El otro testigo era su vecina de al lado, una mujer cuyo marido estaba a la cabeza del Partido comunista regional. Y los eventos recientes le habían dado más razones para cuidarse.
No hacía mucho tiempo una joven pareja judía, ambos de alta clasificación jerárquica de empleos gubernamentales, había aparecido repentinamente en su departamento en medio de la noche y le pidieron que los case “según la Ley de Moisés e Israel”. Era una proposición muy peligrosa: No sólo por el hecho de que el Rab no los conocía personalmente, sino porque para llevar a cabo una ceremonia judía bajo una jupá, tendrían que ser encontrados diez hombres judíos (un minián).
En un corto tiempo, se congregaron nueve judíos en la casa del Rabino. ¿Pero dónde localizarían un décimo? Sin otra opción el Rab había tomado la decisión intrépida de pedirle al Conserje del edificio que participara. “¡¿Yo?!” El hombre saltó como si hubiera sido mordido por una serpiente. “Sí, usted”, Rabí Levi Itzjak contestó seriamente. Sorprendentemente, el Conserje estuvo de acuerdo, y la boda clandestina fue realizada.
El segundo testigo también había estado recientemente envuelto en una actividad que podía implicarlo. Cierta vez, un mensajero confidencial vino a la casa del Rab y le informó que al día siguiente, el marido de la mujer, el comunista de alto rango jerárquico, realizaría un viaje de negocios desde la mañana hasta la noche. La razón real de su ausencia, sin embargo, era permitirle al Rab realizar el Brit Milá (circuncisión) de su hijo recién nacido.
Rabí Levi Itzjak no sabía si se trataba de una trampa. Pero al día siguiente, el infante ingresó en el Pacto de Abraham. Esa tarde, el padre del bebé volvió a casa y armó un escándalo por el “terrible” acto que se hizo sin su conocimiento.
La tensión era grande. El Conserje fue el primero en testificar: “Como todos ustedes saben”, empezó, “sé perfectamente quienes entran y salen del apartamento del Rabino Schneerson. Los únicos visitantes extraños que he notado son dos viejos parientes que de vez en cuando vienen a visitar”
Ahora era el turno del segundo testigo. “Como vecina del Rabino Schneerson” la mujer testificó, “siempre esperé que como líder espiritual, intentara establecer contacto con los miembros de su fe. Me sorprendo pues nunca he notado ninguna actividad ilegal durante todo el tiempo que ha vivido en la puerta próxima a mí.”
Rabí Levi Itzjak Schneerson salió indemne en esta ocasión. Pero la evidencia contra él se continuó amontonando hasta que en 1940, fue declarado “enemigo de las personas” y se lo desterró a Asia Central. Luego de mucho sufrimiento devolvió su alma al Creador, el 20 de Menajem Av de 5704 (1944), sea su memoria para bendición.