El significado de la Pará Adumá-Vaca Roja
Coincide con Rosh Jodesh Nisán para purificar los pecados del Pueblo de Israel. El Rey Salomón no pudo interpretarla. Sólo nueve vacas rojas en la historia. La décima la traerá el Rey Mashiaj.
La tercera de las cuatro lecturas especiales de la Torá, Parshat Pará —la sección que enumera las leyes de la Vaca Roja—, se lee en el Shabat inmediatamente anterior al Shabat [en que se lee] Parshat HaJodesh. Así, si Rosh Jodesh Nisán coincide con Shabat [en cuyo caso se lee entonces HaJodesh], Parshat Pará se lee en el último Shabat del mes de Adar. Si Rosh Jodesh Nisán acaece en día de semana [en cuyo caso se lee Parshat HaJodesh el último Shabat del mes de Adar], Parshat Pará se lee el Shabat previo al último Shabat del mes de Adar.
En Shabat Parshat Pará se extraen del Arca dos Rollos de la Torá. Siete personas son llamadas para la lectura de la sección regular del primer Rollo, y luego, el maftir lee Parshat Pará [de la sección de Jukat (Números 19:1-17)] del segundo Rollo.
Según algunas autoridades halájicas, la lectura de Parshat Pará es un requerimiento bíblico, y por lo tanto somos más estrictos en todo lo que respecta a su lectura. Así, se acostumbra no llamar a un menor [de trece años] para que lea el maftir, pues como aún no está obligado a cumplir rnitzvot, no puede liberar de su obligación a aquellos que sí lo están.
La razón por la cual se estableció leer Parshat Pará antes del mes de Nisán es recordar a quienes se habían vuelto ritualmente impuros por el contacto con un cadáver, que se purificaran para poder ofrecer el sacrificio de Pesaj en el momento adecuado.
La lectura se fijó con suficiente antelación a Pesaj para que incluso los que vivían lejos de Jerusalén [y comenzaban su peregrinación en Rosh Jodesh Nisán] recordaran que si se habían vuelto impuros necesitarían purificarse con las cenizas de la pará adumá (Vaca Roja), proceso que requería de al menos ocho días y que era condición necesaria para poder ingresar en el Gran Templo y comer de los sacrificios; caso contrario, deberían esperar hasta Pesaj Shení —el 14 de Iyar— para traer la ofrenda de Pesaj.
El Talmud Ierushalmí expresa (Meguilá 3:5): Correspondería leer Parshat HaJodesh antes de Parshat Pará, puesto que el Tabernáculo fue erigido el primero de Nisán, mientras que la pará adumá fue preparada por primera vez en el segundo día de Nisán. No obstante, leemos primero Parshat Pará, ya que trata de la purificación del pueblo de Israel, lo cual le permite traer el sacrificio de Pesaj en el momento adecuado [y no postergarlo hasta Pesaj Shení].
En los libros sagrados está escrito que los días previos a Pesaj son propicios para que la persona alcance un alto grado de pureza (tanto en sus pensamientos, palabras, como acciones], al igual que el pueblo se ocupaba de estar puro antes de ofrecer el sacrificio de Pesaj en la época del Gran Templo, y como lo hace actualmente por medio del estudio de Parshat Pará.
LA PARÁ ADUMÁ
La Torá exige el uso de las cenizas de la pará adumá sólo para aquellos que se han vuelto impuros por haber estado en contacto con un cadáver. Todo aquel que se ha impurificado por medio de otras fuentes, se purifica con los métodos correspondientes especificados en la Torá, mas no a través de estas cenizas.
Esta mitzvá fue entregada a Israel en Rosh Jodesh Nisán, en el segundo año luego de haber salido de Egipto —día en que el Tabernáculo fue erigido y puesto en uso por primera vez—. Además, esta mitzvá también fue dada para servir como medio de expiación por el incidente del becerro de oro.
Cuando Di-s Se reconcilió con el pueblo de Israel y ordenó construir el Tabernáculo para que El pudiera morar entre ellos, les entregó esta mitzvá para que eliminaran todo rastro de impureza e idolatría que había quedado impregnado en ellos luego de este episodio. De esta forma, las cenizas de la Vaca Roja también logran la purificación por el grave pecado de idolatría —Avodá Zará, que confiere el mismo grado de impureza ritual que el contacto con los muertos— para que no quede ninguna huella de él en el alma del judío.
Desde el momento en que esta mitzvá fue dada por primera vez hasta la destrucción del segundo Beit HaMikdash, hubo nueve vacas rojas. La primera fue preparada por Moshé y sus cenizas se utilizaron durante todo el período en que existió el primer Beit HaMikdash. Luego sólo sobró una pequeña cantidad que fue conservada como recuerdo. La segunda pará adumá fue preparada por Ezrá el Escriba, y las siguientes siete se hicieron durante los años comprendidos entre Ezrá y la destrucción del segundo Beit HaMikdash. Pero la décima y última será preparada por el Rey Mashíaj, que llegue pronto en nuestros días.
JUKIM: ENTENDER O NO ENTENDER
Muchas de las mitzvot de la Torá son llamadas jukím (decretos) —leyes para las cuales no hay una explicación racional aparente—. Sus motivos, así como también los significados místicos que éstas encierran, fueron revelados a los grandes Sabios de cada generación desde Moshé. No obstante, respecto de la pará adumá, el versículo declara (Números 19:2): Este es e/decreto de/a Tord; es decir, esta ley específica difiere de todas las demás, pues su explicación y significado perduran ocultos.
La esencia misma de la pará adumá parece señalar una contradicción que está más allá de nuestra capacidad para descifrarla. Nuestros Sabios enseñaron: Todos los involucrados en la preparación de la pará adumá —en cualquiera de sus etapas— se vuelven ritualmente impuros, ¡pero la pará adumá misma purifica a las personas! [Ello parecería ilógico, pues si la vaca roja purifica, ¿por qué los involucrados en su preparación se impurifican?] Di-s dijo: “Una ley he fijado, un estatuto he decretado, y no estás autorizado a ponerla en tela de juicio!” (Ialkut Shimoni, Jukát 759).
Todo esto procuré alcanzar/o a través de la sabiduría. Pensé que lo comprendería, pero esta muy lejos de mí (Eclesiastés 7:23). El Rey Salomón dijo: “Alcancé el nivel de comprender toda la Torá, pero esta sección de la pará adumá, por más que me esforcé, procuré interpretarla, investigué e indagué acerca de ella, Pensé que lo comprendería, pero está muy lejos de mí” (Ialkut Shimoni, ibíd.).
Y traerán a ti una pará adumá (Números 19:2) . Di-s dijo a Moshé: “A ti te he de revelar el motivo, pero para los demás será considerado un estatuto” (Ialkut Shimoní, ibíd.).
LA ACTITUD DIFERENTE DE ISRAEL
Venid y ved cómo el pueblo de Israel se diferencia de las demás naciones del mundo. Aquellas elogian una rnitzvá cuando comprenden su significado, mas si no, la desprecian. En todo caso, ellas no aceptan sobre sí la obligación de las mitzvot ni su observancia. Estas naciones, y el Satán, se mofan de Israel particularmente respecto de la mitzvá de pará adumá, diciendo: “¿Qué es esta mitzvá y cuál es su significado?”.
Pero la actitud de los judíos es diferente. Ellos aceptan el yugo de las mitzvot comprendan o no su significado, y muestran especialmente un gran aprecio por aquellas mitzvot cuyo motivo no ha sido aclarado y sólo son decreto Divino.
El pueblo de Israel muestra humildad frente a los decretos de Di-s y no busca comprender los significados que estos encierran. Incluso aquellos preceptos que parecen contradecir la razón humana les resultan preciados; se mantienen fieles a ellos pese a no comprender sus secretos, y siguen a Di-s solamente en virtud de su fe. Además, aun aquellas mitzvot cuyas razones sí comprenden, las cumplen sólo porque constituyen la voluntad de Di-s.
Gracias a esto el pueblo de Israel se hace merecedor de la pureza que desciende sobre éste desde el Cielo y que purifica sus cuerpos, sus espíritus y sus almas, convirtiéndose en una creación nueva capaz de trascender los límites naturales que para otros constituyen una restricción. Así como ellos anulan su propia naturaleza y razón frente a la voluntad de Di-s, El también anula los límites de la naturaleza en su favor, elevándolos a las alturas y grabando en ellos un espíritu de pureza y santidad más allá del entendimiento humano.