El tejido: meditación y vida
El tejer nos enseña a desarrollar varios atributos que fortalecen nuestra personalidad. -LA PACIENCIA El hecho de sentarse a tejer…
Laura Iehudit Amar
El tejer nos enseña a desarrollar varios atributos que fortalecen nuestra personalidad.
–LA PACIENCIA
El hecho de sentarse a tejer, disponer del tiempo necesario para un trabajo cuyo resultado tardaremos en ver, que es estrictamente artesanal, hecho de horas y horas durante las cuales pusimos energía vital, es algo inusual en el mundo efímero e instantáneo de hoy. Esto lo podemos aplicar en todos los órdenes de la vida: el trabajo, el estudio, una relación personal. Aquello que tiene un valor intrínseco tarda en dar fruto, y saber esperar y trabajar al mismo tiempo es una actitud de madurez.
–LA PERSEVERANCIA
Cuando empezamos un tejido estamos entusiasmadas, nos gusta el color de la lana, nos divierte probar distintos puntos antes de comenzar, idear el tejido que queremos hacer, y nuestra imaginación proyecta el resultado final. Pero a veces a medida que avanzamos en el tejido nos empezamos a aburrir un poquito y parece que nunca vamos a ver la prenda terminada. Acá es necesaria la perseverancia, tener la meta clara y trabajar sobre nosotras mismas. Así es en todos los aspectos de la vida que querramos lograr: una carrera, un trabajo, una familia; vivir el día a día aceptando los desafíos con alegría interior.
–LA CREATIVIDAD
Cuando compramos la lana elegimos el color y la textura que nos gusta, y empezamos a imaginarnos la prenda que queremos hacer, el punto que vamos a usar, con qué lo vamos a combinar. A veces cuando empezamos a tejer, vamos cambiando la idea porque se nos ocurre algo más lindo o diferente. Damos libertad a la imaginación, y eso alimenta nuestra mente. Discernimos y apreciamos lo diferente. También cada persona es un mundo aparte, y podemos valorarla en aquellos aspectos que a nosotros nos faltan, o los que debemos desarrollar. Así es en el resto de la vida; cuanto más usemos la imaginación, podremos resolver diversas situaciones y crear situaciones nuevas que nos permitan adaptarnos a los cambios.
El tejido es una artesanía que nos permite relajar la mente, mientras nuestras manos se mueven rítmicamente en armonía con el color de la lana. Cuando estamos habituadas a tejer, los pensamientos entran en una sintonía especial, y podemos meditar y reflexionar como quizá no lo hacemos habitualmente, cuando estamos atareadas en el trabajo, el estudio o los quehaceres domésticos. Cuando nos acostamos simplemente a mirar el techo para descansar, no logramos ese estado que nos produce el simple hecho de tejer, donde damos un espacio a la contemplación y hasta a los pensamientos nuevos que nos traen una energía positiva, y también nuevas ideas y hasta resoluciones.
Quiero compartir con ustedes este pequeño escrito, surgido del acto de tejer en un ámbito natural, donde Hashem revela su presencia en cada detalle: cada piedrita, las hojas de los árboles, las imponentes montañas de la precordillera, y la nieve rozando el cielo azul de una hermosa mañana en un valle al pie de la montaña en Mendoza.
Las hebras se suceden en una múltiple gama de colores y juegan con la luz matinal, se oscurecen al atardecer y cantan luz al mediodía, mientras las agujas rozan sus puntas de metal y acariciadas por la lana se mecen rítmicamente en mis manos hasta terminar una hilera, mientras parpadeo un poco en el sol de la mañana. Más allá las montañas nevadas del Cordón del Plata dan testimonio de su lejanía y estática paz, como reinas inmortales. Envidio esa permanencia en mi estado de corazón turbulento, mientras mi cuerpo queda aquí sentado mirando el movimiento mecánico de las agujas, otra hilera más y otra, hay que angostar y disminuir puntos, empieza a mermar y después viene el aumento, porque así se le da forma al tejido, y así el ritmo de mi vida; merma y aumenta, merma y aumenta.