Hablan las hijas de Tzlofjad
Hay un número creciente de mujeres observantes que se esfuerzan por reconciliar dos aspiraciones en que no son fáciles de juntar.
Hay un número creciente de mujeres observantes que se esfuerzan por reconciliar dos aspiraciones en que no son fáciles de juntar, uno es el anhelo de casarse y tener hijos y la otra, una pasión por el estudio y participación activa en la vida en sociedad. Hay pocos modelos a seguir y para muchos el propio deseo plantea interrogantes. ¿Es un impulso del alma, o uno incitado por valores seculares no apoyados en verdades espirituales?
La pregunta es auténtica para cualquier mujer que busca vivir de acuerdo a la Torá. Una manera de resolver el problema es identificar un pasaje escrito que describa este dilema y examinar sus enseñanzas para un consejo. Yo sugiero que el relato de la Torá (Números 27) de cómo las hijas de Tzlofjad presentaron su caso a Moshé de recibir como herencia la porción de su padre en la Tierra Prometida, sirve como excelente modelo para las mujeres judías de hoy disputando el statu quo..
Las hijas de Tzlofjad presentaron una petición … Y se presentaron ante Moshé, Eleazar el sacerdote, los príncipes y toda la congregación a la entrada de la Tienda de Encontrarse con el siguiente planteo:
“Nuestro padre falleció en el desierto …sin dejar hijos. ¿Por qué el nombre de nuestro padre será omitido de su familia sólo por no haber tenido un hijo varón? Entréganos una parte de tierra como herencia de su padre a ellas.”
Moshé presentó el caso de ellas ante Hashem.
Hashém le respondió a Moshé diciendo: “Las hijas de Tzlofjad tienen razón. Entrégales una parte de tierra como herencia entre los hermanos de su padre, y que la herencia de su padre pase a ellas.
“Y háblales a los Israelites diciéndoles: Cuando muere alguien sin dejar hijo (varón), su herencia pasará a su hija”. (Números 27:1-9)
Hay muchas enseñanzas en este pasaje, tanto para mujeres que buscan una decisión halájica (ley de la Torá) como para rabinos que contestan a preguntas. Hace pensar en un acercamiento que, si conscientemente adoptado por ambas partes, mantendrá paz aquí abajo y traerá gracia de Arriba. Este artículo explora ambas perspectivas.
Las pautas para los solicitantes
Cuando las hijas de Tzlofjad oyeron que la tierra se estaba dividiendo entre las tribus pero no entre las mujeres, se emplazaron para discutir el tema. Dijeron: “La misericordia y compasión de Di-s no es como la humana. La humana favorece a los hombres por sobre las mujeres. Di-s no es así. Su compasión se extiende a hombres y mujeres por igual…” (Midrash Ialkut Shimoni, Pinjas, 27, Sifri 27:1).
Identificaron que el principio espiritual subyacente se estaba violando. En lo más profundo algo no se sentía correcto y ellas lo notaron. Porque se enfocaron en la verdad y el altruismo que tenían hacía que tuvieran la fuerza para persistir a través de la resistencia interna y externa.
Las hijas de Tzlofjad eran mujeres sabias ya que presentaron su petición en el momento correcto (Talmud, Bava Batra 119b; Midrash Rabá, Números 21:11).
Ellas no presentaron problemas teóricos. Más bien esperaron hasta el momento de la decisión práctica y plantearon su pedido. Aprendemos de ellas que hay dos cosas importantes: el contenido debe ser preciso y debe decirse en el momento correcto. Cuando se reúnen ambas condiciones, los cielos y la tierra se abrirán para recibirlo.
Las hijas de Tzlofjad entendieron que fijar el momento apropiado es profundamente intuitivo. De su ejemplo derivamos un principio esencial de acción social: Uno debe esperar por el momento correcto para corregir una injusticia.
Hay tres razones para esto:
1) el “principio del enojo” puede disiparse solo.
2) la persona que se sintió oprimida por el concepto del enojo puede encontrar, en el tiempo, que el problema se vuelve irrelevante.
3) naturalmente podría ocurrir un cambio en el momento del contacto.
Las hijas de Tzlofjad eran mujeres sabias. Presentaron su pedido de una manera lógica y halájicamente sofisticada (Talmud y Midrash, ibid.)
Luego de identificarse con el gran marco espiritual, ellas apoyaron su petición en los principios de la Halajá y sus precedentes.
Su petición se regía por un agudo razonamiento que incorporaba todas las leyes y principios pertinentes, e incluso formulaba la decisión apropiada. Este es el por qué las Escrituras dicen: “Y Moshé trajo su juicio ante Di-s”–su juicio, no su pregunta, porque su petición incluía el argumento legal y su decisión (Anaf Iosef, Ein Iaakov, Talmud Bava Batra 119b).
Y finalmente,
Ellos confiaron en el Misericordioso, el Amo del universo …y se presentaron ante Moshé …y toda la congregación a la entrada del Santuario. El Targum usa una palabra para confianza que es de la misma raíz que lavar (rajatz) (Targum Ionatan Numbers 27:1).
Dejaron el tema a Di-s y se limpiaron de cualquier apego, salvo de la verdad. Aunque querían un resultado favorable, no querían nada que fuera contra la voluntad de Di-s.
Éste es el paso más crítico en todo el proceso. La pureza del deseo-de-verdad de uno determina el éxito de todas etapas subsecuentes. A más renunciamiento a un interés personal, mayor la ayuda Divina que uno gana.
El “volverse limpio” es rendirse a todo control, “confiando todo el tema al Misericordioso, el Amo del Universo.”
Aunque renuentes a aparecer en público, las hijas de Tzlofjad superaron su recato natural porque su pregunta era fundamental (Tiferet Tzion, Numera 27:2).
Ellas estaban haciendo realidad una parte de la Torá escrita y querían que fuera aceptada en el texto. No hay ninguna misión más sagrada que revelar una ley de la Torá que influirá en la conducta de judíos hasta el fin de los tiempos. La explicación de hermosas enseñanzas es una tarea bendita, pero ser la fuente de uno de las 613 mitzvot es el honor más alto.
Aunque la Torá escrita está estructurada y es determinante, la Torá Oral constantemente está evolucionando. Cada generación tiene nuevas tecnologías y fenómenos culturales con implicaciones halájicas que todavía no han sido exploradas. El proceso de formular preguntas y generar disertaciones halájicas es la sangre vital del pueblo judío. Las hijas de Tzlofjad son el modelo para esta labor de aplicar la ley Sinaica a situaciones contemporáneas. Cada judío en cada generación tiene parte en este proceso de la evolución de la Tradición Oral.
El Midrash registra el siguiente diálogo entre las Hijas de Tzlofjad y Moshé:
Las hijas: Entréganos una parte de tierra en herencia entre los hermanos de nuestro padre”.
Moshé: Es imposible para una hija heredar.
Las hijas: ¿Por qué?
Moshé: Ustedes son mujeres.
Las hijas: Entonces permite a nuestra madre entrar en el ibum (levirato–como es la ley con la esposa de una persona que murió “sin simiente”) y concebir un heredero de esa manera.
Moshé: Imposible, una vez que hay hijos, el ibum no es posible.
Las hijas: Usted está contradiciéndose, Moshé. O nosotros no somos “simiente” y la obligación de ibum se aplica a nuestra madre, o somos “simiente” y podemos heredar la tierra nosotras mismas.
En ese momento convencieron a Moshé. Cuando escuchó la justicia de su queja, inmediatemente presentó su caso Di-s. (Midrash Ialkut Shimoni 27)
Las hijas de Tzlofjad no cedieron al encontrar resistencia. Moshé dijo “no” por lo menos tres veces antes de conceder lógica a su posición.
De igual manera, a un converso se le niega tres veces. Sólo candidatos guiados por su postura verdaderamente “no negociable” de su alma encontrarán la motivación para superar los obstáculos y exigir su lugar entre el pueblo judío.
Cada nuevo concepto o decisión halájica que se volverá parte de la Torá es una “conversión” de clase. Una nueva chispa está buscando la entrada en la comunidad de Israel. A ésta también se le negará tres veces por lo menos, pero en el futuro encontrará la manera, ya que a ninguna chispa se la destierra para siempre. Cada Verdad encontrará su camino.