Iyar, el mes de la curación
El mes de Iyar, como nos indican nuestros Sabios, es auspicioso para la curación de las enfermedades. Su propio nombre lo indica: Las letras de su nombre en hebreo coinciden con las iniciales del versículo que dice: “Yo Soy Di-s, tu Sanador” (Aní Hashem Rofeja). El estado de salud del cuerpo depende del constante flujo sanguíneo que se bombea a todos los órganos del cuerpo, por el corazón…
El lado oculto del corazón
Cuando la circulación de ese “espíritu de vida” es como debe ser, la persona se encuentra en un perfecto estado de salud ya que todos sus órganos están unidos entre sí y reciben su vitalidad del corazón.
Si se produce una obstrucción que restringe, reduce o impide la circulación sanguínea y la fuerza vital que contiene, resulta que se quebranta la unión entre los órganos y el corazón y la persona se enferma.
Ubicación
El corazón ha sido considerado, según la Biblia, como el asiento de la vida interior de la persona, de sus emociones, sentimientos y pensamientos.
La Mishná a través de Rabi Elazar enseña que el camino a seguir en la vida es el de un ‘buen corazón’. El corazón es la fuente de toda emoción, aspiración y logro. Es la raíz de todo impulso moral o espiritual, aun del carácter de la persona y sus pensamientos. Si el corazón es “bueno” la persona en su totalidad será guiada por las reglas del bien. No será capaz de desear el mal.
Hombre – Ángeles – animales La Guemará en Jaguigá 16 establece” que el hombre tiene seis funciones principales. Tres de ellas son comunes a los ángeles: el entendimiento, la facultad del habla y su postura erecta. Las otras tres las comparte con los animales: comer y beber, evacuar y procrear. En toda la creación, es el hombre la única criatura que piensa, habla y camina erecto. Con su postura erguida apunta hacia arriba, al cielo, la fuente de su existencia. El cuerpo humano que se dirige hacia arriba es la combinación de tres segmentos: superior, inferior e intermedio. El superior es de la cabeza, el asiento de sus facultades espirituales, mientras que la sección inferior contiene sus órganos animales, que realizan las funciones digestivas y excretoras. Situado entre estos dos segmentos está el corazón, que irradia calidez. Está rodeado por los pulmones que lo enfrían y que juntos conservan el equilibrio de la temperatura del cuerpo. A nivel espiritual, se puede decir que la cabeza es el asiento del intelecto, la sabiduría y el conocimiento de Di-os. “El espíritu de la bestia” está situado en la parte baja. El moderador entre estos dos extremos es el corazón, que da vida a ambas partes.
La cabeza maneja el corazón
Al crear la naturaleza humana, enseñó Rabi Shneuer Zalman, creador del enfoque integral de Jabad, el Omnipotente instituyó una superioridad innata de la mente sobre el corazón, de la razón sobre los sentimientos. Por lo que la comprensión apropiada y la asimilación de estos conceptos obligará al desarrollo de las emociones apropiadas en el corazón: el amor y el temor a Di-os. El amor a Di-os es el implacable deseo de unirse a El y unificarse con Su esencia; el temor a Di-os produce el aborrecimiento máximo de cualquier cosa que vulnere Su voluntad y alce barreras entre Él y el transgresor.
El corazón y los pulmones
Los órganos centrales del cuerpo humano son el corazón y los pulmones. En hebreo se le dice lev -corazón, que tiene un valor numérico de 32 (lamed=30); bet=2) y re’ia – pulmones con un valor numérico de 216 (reish=200; yud=1O; alef=1; hei=5). La suma del valor numérico de ambos 32 + 216 es 248, que es precisamente el número de órganos del cuerpo. Esta operación confirma que la combinación del corazón y los pulmones (248) le brinda vitalidad y energía a los 248 órganos del cuerpo.
En un sentido más profundo, el corazón y los pulmones representan dos importantes conceptos: el corazón es la fuente del amor fogoso a Di-os, tal como está escrito” ardía en fuego hasta el corazón del cielo”. (Deuteronomio 4:11). Es el lugar donde arde el deseo del alma de regresar a su fuente, el Fin Sof o infinito. Si este deseo no fuera controlado, el alma abandonaría el cuerpo para reunirse con su Creador.
El corazón del pueblo judío
Metafóricamente hablando, todas las almas del pueblo judío son órganos de la Shejiná, la morada de la Luz Divina que aporta vitalidad a toda la Creación. También la Shejiná es llamada “corazón”. Esto nos enseña que cuando las almas están unidas entre sí y se preocupan unas de las otras, la circulación y la fuerza vitalizadora de la energía Divina circulan libremente. Nuestros Sabios relatan que la destrucción del Segundo Templo de Jerusalem fue causada por el ‘odio gratuito’ y la división existente dentro del pueblo judío. En consecuencia la curación de dicha ‘enfermedad’ se logrará por medio del ‘amor gratuito’ – amor sin límites y aceptación de cada uno por parte del otro, preparando así el camino para la construcción del Tercer y Último Templo.
En hebreo el número 32 se escribe lamed bet que se lee Lev; la palabra hebrea para corazón. La acción de la mente en el cuerpo es en el corazón donde se manifiesta. El corazón deja de funcionar tan pronto como la influencia de la mente cesa, lo cual constituye la definición de la muerte.
El corazón también proporciona fuerza vital al cerebro y al sistema nervioso. Cuando el corazón deja de bombear, el sistema nervioso no puede seguir funcionando y la mente deja de ejercer influencia sobre el cuerpo. El corazón, por consiguiente, sirve como vínculo causal entre la mente y el cuerpo
Por ello el Sefer Yetzirá, llama al corazón “el rey del alma” y describe la experiencia mística como un “fluir del corazón”.
El Corazón de la Creación
Se considera a la Torá como el corazón de la Creación. La primera letra de la Torá es “Bet” de Bereshit – En el principio, la última letra de la Torá es la lamed de la palabra Israel. Juntas las dos letras también se leen lev, corazón. Los 32 senderos (formados por las 10 Sefirot o Atributos y las 22 letras del alfabeto), están contenidos en la Torá, que es el medio a través del cual la mente se revela. Es también el vínculo entre la mente y el universo físico.
La especialidad gramatical
Las dos letras, lamed y bet comparten también otra distinción única. Como prefijos, lamed significa “a” y bet “en”. Las tres letras del Tetragamaton, yud, hei, vav pueden servir de sufijos de pronombres personales. El sufijo yud significa “mi”, Hei significa “ella” y Vav “el”. De todas las letras solo hay dos a las que dichos sufijos pueden unirse y estas son Lamed y Bet.