Parashá Shemot
Los descendientes de Iaacov estaban ahora en Egipto, donde se multiplicaron.
El nuevo faraón, temiendo que los israelitas se unieran a las fuerzas enemigas para derrocarlo, inició una política de opresión, reduciéndolos a la condición de esclavos. Ordenó también que todo varón recién nacido fuera ahogado en el Nilo.
Amram y Iojéved, miembros de la tribu de Leví, eran padres de dos niños, Miriam y Aharón. Poco después del decreto del faraón, Iojéved dio a luz a un segundo varón. Cuando ya no pudo mantener en secreto el nacimiento de su hijo, colocó a éste en una arquilla de juncos que dejó entre las plantas de la orilla del Nilo (bajo la supervisión de Miriam). La hija del faraón fue a bañarse en el Nilo, vio la arquilla y envió a una de sus servidoras a traerla. Se dio cuenta de que había en ella un niño hebreo y sintiendo piedad por él, decidió adoptarlo. El niño fue llevado al palacio real y se lo llamó Moshé, que significa: “extraído de las aguas”.
Moshé tuvo una visión extraordinaria: una zarza que ardía sin consumirse. En tanto Moshé observaba esa maravilla, HaShem se dirigió a él por primera vez y le informó que sería el mensajero del Señor para sacar a los israelitas de Egipto y llevarlos a la Tierra Prometida. Di-s le aseguró que el soberano egipcio se vería eventualmente compelido por el poder Divino a dejar salir a Su pueblo.