Parshá Bó
Moshé trajo una nueva plaga, las langostas que devoraron la vegetación del país. Sin embargo, el Faraón retornó una vez más a su obstinada negativa.
Sin embargo, el Faraón retornó una vez más a su obstinada negativa. Entonces Moshé produjo la plaga siguiente: una total oscuridad que envolvió la tierra de Egipto durante seis días. Sólo los israelitas tenían luz en sus viviendas. El Faraón, no obstante impidió la salida del pueblo, a lo que Moshé replicó que habría una plaga final de efectos devastadores: ella les costaría la vida a todos los primogénitos egipcios.
Di-s informó a Moshé que la redención estaba próxima. El décimo día de Nisán, cada jefe de familia debía apartar un cordero, para mantenerlo hasta la noche del día decimocuarto, ocasión en la que debía ser sacrificado. Parte de la sangre sería salpicada sobre el marco de la
puerta de toda casa judía como señal de que sus habitantes eran israelitas. Esa noche, la carne del sacrificio debía ser comida, cuando estuviera asada, con pan sin leudar y hierbas amargas. Desde entonces esa festividad ha sido observada anualmente como Pesaj y es un permanente recordatorio de la liberación de Egipto.
Exactamente a medianoche Di-s eliminó a todos los primogénitos egipcios, tanto hombres como animales.
El Faraón y sus compatriotas se levantaron en mitad de la noche para lamentarse amargamente por las pérdidas de vidas. Pidió entonces a los israelitas que partieran, no ya como una orden real, sino con un dejo de sometimiento, tal como HaShem lo había anticipado.
También se les ordenó que redimieran a sus hijos primogénitos varones en todas las generaciones futuras, y que usaran Tefilín (filacterias).