Parsha Veatjanán
”El Rab, el maestro, el padre, los hijos, los alumnos”
“Y le enseñarás a tus hijos” (Devarim 6.7)
Cuando un niño1 “a los cinco años ingresa a (el estudio de) la Escritura” está sentado con sus compañeros en un aula y llega junto a su maestro al versículo2 “y les enseñarás a tus hijos”, se le despierta un gran interrogante: la Torá ordena al padre enseñar Torá a su hijo, pero su padre no es maestro, sino que lo envía a lo del maestro, y de la misma manera se conducen los padres de sus compañeros ¿acaso dejan con ello de cumplir con un precepto de la Torá?
Al niño se le despierta, además otra pregunta: Iaakov, nuestro Patriarca bendijo a los miembros de la tribu Shimón “los distribuiré entre Iaakov, los dispersaré entre Israel”3, que significa que serán maestros de niños que estudian la Torá. Si en realidad sobre cada padre pesa el deber de enseñar Torá a sus hijos, resulta entonces que no hay necesidad de maestros para los niños salvo para algunos que son –Di-s libre- huérfanos o cuyos padres son ignorantes de Torá al punto que no están en condiciones de enseñar incluso a un niño pequeño ¿Es posible acaso que toda una tribu pueda mantenerse con enseñar sólo a los huérfanos y a los hijos de los ignorantes?
La inmensidad del deber
Este es el motivo por el cual Rashi se ve obligado de inmediato a interpretar que el mandato “Y enseñarás a tus hijos” no se refiere a la obligación del padre de enseñar Torá personalmente a su hijo, sino que esta es una instrucción para los maestros: “a tus hijos –los alumnos”. Y luego Rashi agrega: “encontramos en todo lugar que los alumnos son llamados hijos, y trae varias pruebas de ello del texto”.
A continuación, Rashi dice: “y tal como los alumnos se llaman hijos… así también el maestro es llamado padre”, como está escrito4: “Padre, padre, carruaje de Israel y sus jinetes”. Con ello Rashi expresa la obligación que recae sobre quien enseña Torá. Debe entregarse totalmente a sus alumnos, tal como los alumnos deben prestar atención a las palabras del Sabio. Él es cual un padre y ellos como que fueran hijos.
La batalla de razonamientos
Una prueba para ello se encuentra en el versículo que dijo Elisha al Profeta Eliahu: “Padre, padre, carruaje de Israel y sus jinetes”. Es decir, equivale a los carruajes y los jinetes que lograron la victoria en la guerra.
El estudio de la Torá se compara a una guerra- la guerra de las lógicas. Se estudia un tema talmúdico, se despiertan entonces preguntas y ahí corren ideas y planteos diferentes y contradictorios. La función del maestro es brindar al alumno reglas y principios con los cuales se ayudará para vencer en esta guerra y llegar a comprender correctamente el tema de análisis. Por ello se define al maestro como “el carruaje de Israel y sus jinetes”.
Similar al futuro
Esta es la enseñanza que se deriva de este versículo: el iehudí que enseña Torá a su compañero debe hacerlo de una manera de “veshinantam a tus hijos” debe enseñar de manera tal que las palabras estén “filosas”, es decir, que si alguien pregunta algo, no balbucee al contestar. No es suficiente enseñar una o dos veces, sino debe hacerse un trabajo íntegro, hasta que el tema esté absolutamente claro para el alumno.
Hay aquí además otro mensaje: el versículo “padre, padre” fue dicho sobre Eliahu el profeta, el heraldo de la redención del Mashíaj. Por medio de enseñar Torá al semejante de la manera más completa, logramos un efecto similar a la promesa profética de “no enseñará más un hombre a su compañero”5, ya que en la época del Mashíaj la Tierra se llenará del conocimiento de Di-s tal como las aguas cubren al mar.
(Likutei Sijot Tomo 9, Pág 33)
NOTAS: 1. Avot Cap. 4:22 2.Devarim 6:7 3. Bereshit 49:7 4. Melajim 2:12 5. Irmiahu 31:33