Siván: El poder místico del número 3
En el Monte Sinai nos elevamos y fuimos más allá – fuimos hacia el lugar en que mora la verdad.
Estamos en el mes hebreo de siván. El evento más importante que ocurrió en este mes (y probablemente en toda la historia conocida) es cuando Dios le entregó la Torá al pueblo judío en el Monte Sinai.
Siván es el tercer mes del calendario hebreo (si comenzamos nuestra cuenta desde nisán, el mes de nuestra liberación de Egipto, que es la forma en que son contados los meses en la Torá). Tres es un número sumamente significativo para el judaísmo; Moshé fue el tercer hijo de su familia, los israelitas comenzaron el proceso de tres días de preparación para recibir la Torá en el día tres de siván; Dios dividió a los judíos en tres grupos con distintos roles: los cohanim, los leviim y el resto de los judíos, israel.
Antes de explorar la connotación mística del número tres, tenemos que entender qué es la «verdad». Verdad significa mucho más que la expresión verbal. El nombre místico para verdad es tiféret, cuyo significado literal es «armonía»; ésta no es exactamente la asociación que la mayoría de nosotros tiene respecto a verdad. ¿Cuál es la conexión?
Verdad es una síntesis del todo.
El Maharal, el famoso cabalista de la época renacentista, define verdad como la imagen completa. Incluye el pasado, el presente y el futuro; incluye la realidad interna y su contraparte externa. Es una síntesis del todo – es armonía. Si algo es cierto, entonces debe ser cierto espiritual, física, matemática y filosóficamente. Si una idea «funciona» en un nivel, pero no lo hace en ninguno de los demás, entonces dicha idea no es cierta en el sentido más puro de la palabra.
Los seres humanos somos mortales, lo cuál nos imposibilita de tener alguna visión exacta del futuro. Nuestro acceso a cualquier cosa que haya pasado antes de nuestro nacimiento está condimentado por las interpretaciones de los demás. Y si le agregamos una pequeña pizca de subjetividad emocional a nuestras observaciones del presente, pareciera ser que nuestra búsqueda de la verdad está condenada al fracaso.
La verdad trascendente, por definición, viene de un lugar que está por sobre el tiempo y el espacio. El Maharal considera que la verdad trascendente es la única verdad real. Y la única oportunidad en la que tuvimos acceso a ella fue en el Monte Sinai, cuando escuchamos la voz de Dios.
Más Allá
Desde esta perspectiva, podemos comenzar a examinar la importancia del número tres. El Maharal nos dice que imaginemos una cadena con eslabones. Cuando la sostienes en la mano, el primer eslabón toca al segundo. El segundo toca tanto al primero como al tercero. El tercero toca al segundo pero no al primero. De esta forma, el tercer eslabón es el primer eslabón que no está directamente conectado con el primero. El número tres simboliza algo nuevo, pero no desconectado.
El Maharal se refiere a esta cualidad (nuevo, pero no desconectado) como «nivdal«, que en hebreo significa separado o trascendente; es parte de un proceso, pero está más allá de él. Entonces, por ejemplo, Moshé, el tercer hijo de su familia, estaba conectado al legado de monoteísmo que inició Abraham, pero fue un paso más allá y le dio a su pueblo una dimensión de nacionalidad basada en la Torá.
El mes de siván está conectado históricamente a nisán, el mes de la liberación. Sin embargo, en siván los judíos fueron un paso más allá de la libertad física y comenzaron a ser autónomos espiritualmente, siendo definidos sólo por la Torá, la palabra de Dios. Nivdal. Conectado pero nuevo. Parte del proceso, pero a su vez, más allá de él.
En la Plataforma del Tren
¿Qué significa vivir con trascendencia? Hace poco tuve una experiencia que me hizo entender con mayor claridad el cómo me afecta este concepto, que aparenta ser abstracto, en mi forma de pensar diaria.
Yo estaba en una estación de tren en Nueva Jersey, Estados Unidos. Eran alrededor de las dos de la tarde y la plataforma estaba casi vacía. Los únicos viajeros a la vista eran dos mujeres y un hombre. De repente, una de las mujeres, que estaba parada cerca de mí, perdió el equilibrio y cayó hacia atrás. Me agaché inmediatamente para ayudarla a levantarse pero, a pesar de que sus ojos estaban abiertos, la mujer no respondía a mis estímulos; ella estaba inconsciente.
La segunda mujer que estaba en la plataforma se acercó a la escena. Me preguntó si yo sabía primeros auxilios. Le contesté que no y me dijo que ella tampoco; de igual forma, ella se agachó y tomó el pulso de la mujer abatida. Cuando vio que no había pulso, comenzó inmediatamente a hacerle RCP. Claramente sabía lo que estaba haciendo.
Mientras tanto yo llamé a una ambulancia. Pasaron cinco minutos. La mujer me miró exhausta. La relevé y comencé a copiar lo que la había visto hacer. Pronto apareció un policía. Yo estaba atónita. ¡Necesitábamos un médico, no un policía! Él comenzó a hacerle resucitación boca a boca – claramente la única cosa de primeros auxilios que él sabía hacer.
De repente la plataforma comenzó a temblar con las vibraciones del tren que llegaba. La mujer que comenzó con la RCP, que era la única persona que realmente sabía lo que estaba haciendo, murmuró algo sobre intubaciones y se subió al tren. Yo miré horrorizada. Una persona estaba muriendo, ¡y ella consideró que era necesario tomar su tren!
A los pocos minutos llegó finalmente la gente de la ambulancia. Más tarde, relatando el episodio, yo estaba molesta por cómo la mujer que estaba, a falta de otra opción, supervisando el esfuerzo de rescate, se había ido para tomar su tren. ¿Qué tan importante podía ser una reunión de negocios, una salida de compras o incluso una sesión de quimioterapia en comparación a salvar una vida?
La respuesta ilustra lo opuesto de nivdal. Si le hubiera hecho a esa mujer la pregunta un día antes, con seguridad hubiera respondido: «Salvar una vida es más importante». Ella seguramente conoce la verdad trascendente; el problema es que cuando llegó el tren a la estación, ella se enfrentó con la realidad del aquí y del ahora. Y la realidad física es tan vívida e inmediata, que es capaz de eclipsar a la realidad trascendente.
Recibir la Torá es un compromiso de ir más allá de lo inmediato y de llegar a la esencia de la verdad.
¿Y cómo se vería nivdal? Imagina que la mujer que sabía RCP tenía una cita para una entrevista laboral para el trabajo de sus sueños. Imagina que el tren llegaba a aquel lugar sólo una vez cada tres horas. Imagina que ella había estado desempleada por seis meses y que realmente necesitaba el trabajo. Y ahora imagina que a ella le era tan claro que salvar una vida es más importante que cualquiera de las cosas anteriormente mencionadas que, cuando llegó su tren, eligió permanecer con la mujer hasta que llegasen los paramédicos, sabiendo, sin ninguna duda ni lamento, que esa era la decisión correcta. Eso es nivdal. Es vivir conectado a una verdad más elevada que la que transmite la mera realidad exterior.
Recibir la Torá es el máximo nivdal posible. Es un compromiso de ir más allá de lo inmediato, vívido y aparentemente real, para llegar a la perspectiva trascendente e inclusiva que es la esencia de la verdad.
Mazal del Mes – Géminis
Moshé no fue el único que llevó al pueblo judío al lugar en que podrían escuchar la verdad. Su hermano Aharón actuó como su portavoz desde los primeros días en Egipto, cuando llegó al palacio del faraón exigiendo que éste liberase a los judíos. Cada uno de ellos jugó un rol en hacer que nuestra conciencia se expanda de una forma única y específica. Moshé fue el legislador supremo; transmitió los mandamientos que nos enseñan dónde deben ser trazadas las líneas si queremos elevarnos por sobre la seudo-verdad para entrar al mundo de la verdad absoluta y trascendental. Su hermano Aharón se relacionaba con cada judío con amor, y hacía que en ellos saliese a la luz el oculto deseo de vivir una vida más elevada y completa. La justicia y el amor estaban entrelazados; por tanto, no es ninguna coincidencia que el signo de este mes sea Géminis, los gemelos.
El Libro de Rut
Cada una de las tres festividades de peregrinaje (Pésaj, Shavuot y Sucot, que en la antigüedad eran celebradas con una caminata nacional a Jerusalem), tiene un foco específico. En cada una se lee una Meguilá, la cuál narra un aspecto particular de la historia de nuestra relación con Dios.
En Shavuot leemos la historia de Rut, la princesa moabita que abandonó todo lo que le era seguro y familiar para seguir a su suegra Naomi rumbo a Israel, donde tendría una vida de dificultades físicas y verdad espiritual. Su historia es la historia de todos nosotros en este mes, que es cuando tratamos de ir más allá de nuestra limitada apreciación de la verdad e intentamos acercarnos a la verdad trascendente que vimos en el Monte Sinai.