La caída de un mito
Los expertos aman las generalizaciones. Mitad del mundo es esto, la otra es lo otro, y ello lo explica todo…
Nosotros también generalizaremos: el mundo se divide en paganos y trascendentalistas. Los paganos comen, toman, y duermen; los trascendentalistas trabajan por un mundo de paz. Los paganos creen que las cosas son como deben ser; los trascendentalistas creen que fueron puestos en la tierra para cambiar las cosas. Los paganos sirven a la naturaleza; los trascendentalistas sirven a Di-s.
Los egipcios eran paganos, los hebreos trascendentalistas. Los hebreos eran esclavos de los egipcios; entonces Di-s intervino, castigó a los egipcios, liberó a los hebreos y los dispersó luego, a lo largo de la historia, por el mundo. Esta, en pocas palabras, es la historia del nacimiento del pueblo judío. En esta Parshá leemos sobre las Diez Plagas que Di-s envió a Egipto. Usualmente se interpretan como castigos recibidos por su crueldad hacia los israelitas. Pero una lectura más profunda de la Torá nos revela que también sirvieron para una función más primordial: Desacreditar las deidades de Egipto y así: “sabrán que Yo Soy Di-s”.
El Nilo, la fuente del sustento de Egipto y su máxima deidad, se convierte en sangre; el suelo en insectos; los cielos chorrean una lluvia letal de hielo y fuego, la luz del día se torna negro azabache. La naturaleza se transforma de “madre nutriente” en una “bruja caprichosa”.
Sacar a los judíos de Egipto no hubiera tenido sentido si se llevaban consigo a Egipto. Por eso los judíos debían ser testigos de la destrucción de los dioses egipcios, debían escuchar a sus maestros renunciar al orden natural que endiosaban, debían ver las “bondades” de la naturaleza expuestas tal cual son.
Sólo cuando el paganismo de Egipto fue extirpado de sus corazones, los Hijos de Israel pudieron marchar al Monte Sinaí para recibir el mandato de ser “una luz dentro de las naciones”. Sólo entonces podían enseñar al mundo que la naturaleza no debe ser adorada, sino mejorada; haciendo que las cosas que son se suplanten por como deberían ser.
Ianky Tauber