Parasha Nasó
“ES SÓLO UN ESPÍRITU NECIO”
“Todo hombre cuando su esposa se desvíe” (Bamidbar 8:12)
Sobre el versículo: “Todo hombre cuando su esposa se desvíe”1 que abren nuestra Parshá las leyes correspondientes a la mujer que se desvió de la conducta pudorosa (“sotá”), nuestros Sabios2 comentan: “Un hombre no trasngrede salvo que le haya entrado un espíritu necio” (El término que utiliza el texto para decir “se desvíe” es tisté, con las mismas letras que shtut, que implica necedad, pues el desvío del pudor, y la infidelidad, está estrechamente relacionado con la necedad y la idiotez.
Este dicho de los Sabios nos brinda una explicación a un fenómeno que a simple vista es asombroso: todo judío, quienquiera que sea, posee en lo profundo de su alma un inquebrantable amor al Altísimo. Elegirá, sin titubeo alguno, entregar su vida en aras de la Santificación de Su Nombre y con tal de no practicar la idolatría. Siendo así, ¿cómo es posible que el judío transgreda por medio del pecado, acto que lo separa y aleja de Hashem? ¿Cómo ocurre que uno se permita llevar a cabo un acto que contradice su fe y convicción interior?
UN ESPÍRITU AJENO
La respuesta es que “le entró un espíritu necio”. Lo dominó un espíritu ajeno, un espíritu de idiotez, que tapó a la fe que hay en su corazón. Es él quien causó su insensibilidad frente a la gravedad de su accionar, que causa la desconexión de Hashem. Si hubiera sentido el verdadero significado del pecado y la trasgresión, y el hecho que ellos los alejan de la fuente de la santidad- no hubiera pecado bajo ninguna circunstancia.
¿Cuál es ese espíritu necio?- el deseo material. La atracción materialista y carnal causa que el hombre pierda la sensibilidad espiritual y el sentimiento de apego al Altísimo. Él se auto- engaña como que aquí no pasó nada y a pesar del pecado sigue fiel al judaísmo y cercano a Hashem. El deseo de placeres tapa la verdad, que todo pecado, incluso el más leve, daña el vínculo de unión con Di-s.
BUENO EN SU FUERO ÍNTIMO
Por el otro lado, siendo que la causa principal del pecado es ese ‘espíritu necio’ que oculta la verdad, resulta que incluso cuando el hombre peca, eso no significa que él mismo sea malo. Todo lo contrario, en su fuero interior él es bueno, está apegado a Di-s y no desea pecar, sólo que el espíritu de la idiotez tomó posesión de él y le causó transgredir. El pecado es algo ajeno y no es parte de la persona.
Aprendemos esta manera de ver al pecado del versículo “cuando su esposa se desvíe”. Y no es casual. Hay una relación esencial entre el concepto general del pecado con el pecado de la mujer que se desvió de la conducta adecuada para con su marido.
EL PUEBLO JUDÍO COMO LA MUJER
Más de una vez se compara el vínculo entre el Altísimo y el pueblo de Israel con la relación entre el marido y su esposa. Hashem es ‘el hombre’ y la Congregación de Israel ‘la mujer’. Cuando un judío peca frente a Di-s es cual una mujer que le da la espalda a su marido, como esa mujer que se desvió del pudor y la fidelidad. Por ello, es específicamente el caso de la mujer que se desvió (“sotá”), el ejemplo elegido por la Torá para enseñarnos la característica de lo que es el pecado.
La analogía con la mujer que se ‘desvió’ (“sotá”) nos expresa también un aspecto positivo. La “sotá” no es una mujer que es seguro que pecó, sólo actuó indebidamente, despertando sospechas. Y la Torá asegura que si finalmente resulta que es pura e inocente, “quedará limpia y concebirá simiente”4. Así es como ocurre con el judío: a pesar de haber pecado, en lo profundo de su corazón permanece unido a Hashem, y por eso finalmente hará Teshuvá y retornará a Su camino, puesto que no quedará rechazado de Él, rechazado alguno5.
(Likutei Sijot Tomo 2, Pág. 311)
NOTAS: 1.Bamidbar 5:12 2.Sotá 3,a 3.Ver Sefer HaMaamarim 5710 Pág.114 en adelante 4.Bamidbar 5:28 5.Shmuel 2 14:12 (con alguna variación idiomática)