Huevos revueltos
PREGUNTA:
Ayer, mi hermana tiró unos huevos revueltos. Le pregunté por que había hecho eso. Me explicó que accidentalmente había usado una espátula que usaba para la leche, en la sartén que era de carne, eso significaba que los huevos ya no servían. Le pregunté por qué. Me respondió que así era la Halajá. Nuevamente le pregunté por qué. “Por que sí”, me respondió.
Hay gran cantidad de cosas de este tipo dentro de la religión Judía. No se pueden tocar instrumentos musicales en Shabat. ¿Por qué? Porque podrías llegar a arreglar alguno. ¿Y qué tendría eso de malo? Pero no está permitido. ¿Por qué? Porque no. No mezclar lana y lino. ¿Por qué? Porque no.
Dígame Rabino, ¿Es esta una religión conciente y sensata?
RESPUESTA:
No, no lo es. Y su primer error es creer que los judíos hacemos las cosas por alguna razón particular. Los judíos actúan de este modo sólo por el hecho de ser judíos. Seguir la dieta kosher no es razonable ni tampoco lo es cumplir Shabat o respetar la prohibición de no mezclar lana y lino. Lo mismo sucede con la lectura de la Torá, el Bar y Bat-Mitzvá, las cajas negras de cuero o la inmersión en la mikve. Estos actos no son ni racionales ni religiosos. Son rituales tribales, preservados por gente obsesionada con su historia y su tribalismo.
Repasemos algunas palabras sobre tribalismo desde el punto de vista de un sociólogo. La sociología se convirtió en una ciencia con la publicación de la monografía sobre el suicidio de Emile Durkheim en el año 1897. Durkheim era un buen chico judío que había estudiado en la Ieshivá para convertirse en Rabino, tal cual lo habían hecho su padre, su abuelo y su bisabuelo, pero él comenzó a pensar diferente, desafiando a sus maestros de la Sorbona. En sus escritos, Durkheim le hecha la culpa de todos los males sociales a (especialmente el suicidio) el abandono del tribalismo. El acuñó la frase “anomia”, un término cuyo concepto indica el estado de una sociedad en donde ningún individuo sabe donde está ubicado. Durkheim demostró, a través del primer estudió metodológico-científico de este fenómeno social, como a finales de siglo en Francia se veía representado el suicidio como la falta de tribalismo, refiriéndose a los protestantes y agnósticos. Católicos y judíos raramente cometen suicidio, porque no sienten la anomia.
Lo que este fugitivo estudiante de la Ieshivá irónicamente demostró, y otros detrás de él confirmaron, es que el ser humano sin una tribu es como el oso polar sin la nieve, puede sobrevivir, pero estará tremendamente confundido. Es a través de la relación con la tribu, que el hombre siente que la tierra debajo de sus pies es firme, siente que el día de hoy será como mañana, que él es lo que es, y está bien ser así. Saca la tribu y verás que nada de lo anterior tendrá sentido.
Pregúntale a cualquier asistente social: Si sacas a un aborigen del estado de pobreza y lo insertas en su tribu, será nuevamente un ser humano sano. Si sacas a un jovencito violento que se encuentra dentro de algún vehículo robado, y lo haces formar parte de una buena familia; se calmará y será una persona manejable.
La mayoría de las enfermedades sociales surgen a partir de una sociedad que crece más allá de la tribu. Como señala Jarred Diamond, las tribus son igualitarias. Son las diferentes clases de dominadores y estados que le dan poder a un hombre sobre otro. El Comunismo, socialismo, los controles y balances de la sociedad capitalista moderna, son todos intentos para preparar a la sociedad para el primer trauma social que experimenta en el momento que emerge del capullo de la tribu.
¿Qué es lo impresionante de los judíos?: Nunca dejamos atrás a la tribu. Verdaderamente es la mejor descripción que encuentro para el enigma sobre lo que llamamos “pueblo judío”: una tribu de la edad de bronce, que resiste el golpe de la vorágine de la modernidad. Esta es la mejor manera, para mí, de explicar todos los rituales, objetos sagrados, lugares santos y ocasiones místicas que son un anatema para la mente moderna: es cierto son absurdas dentro del marco racional, así como sería absurdo que un oso polar trate de cazar una morsa en el Sahara.
Las prendas kosher, las tecnicidades del Shabat y el tabú de los huevos revueltos son total y absolutamente bizarras fuera del contexto de la tribu. Como son por ejemplo la triada de encantamientos diarios, la caja negra de cuero, la inmersión en la mikve y las velas antes de la caída del sol, tal vez la entera gama de experiencias Judías.
Pero dígame ¿cuán enamorado está de la anomia del pensamiento moderno? Mejor dicho en las palabras de Yeat, quien realiza una descripción del desorden moderno:
“El halcón no puede oír al halconero;
Los objetos se pierden; y el centro solo no se puede sostener;
La mera anarquía está suelta dentro del mundo;
La corbata floja manchada de sangre, y por todas partes
La ceremonia de la inocencia es ahogada”
El centro no se puede mantener porque no existe. Porque el hombre moderno es una fantasía de su propia imaginación. El se define a si mismo, a su mundo y a su espacio cada día acorde al temperamento del momento. El mismo es su punto de referencia, lo cual significa que no existe un centro, sólo es periferia.
Hagamos un racconto. ¿Cuál es el lugar que ocupan los rituales dentro de la tribu?
Richard Sosis, un antropólogo de la Universidad de Connecticut, ha puesto gran parte de sus pensamientos e investigaciones al servicio de esta pregunta, publicando prolíficamente sobre este tema. Sosis observó cómo los miembros de algunas tribus mutilaban sus cuerpos para iniciarse en los ritos, otros arriesgaban sus vidas en bailes de celebración, incluso algunos miembros de una tribu del medio oriente se quedaban bailando por horas sacudiendo sus cuerpos, vestidos con sombreros de piel y calurosas ropas de lana, recitando encantamientos ancestrales delante de una pared de piedra debajo del ardiente sol de Jerusalem. Sosis se molestaba por la aparente característica contraproducente de estos rituales.
“¿Por qué?, preguntaba, “La sociedad humana desarrolla rituales que no contribuyen, sino por el contrario restan mérito, a la reproducción y acumulación de recursos y alimentos.”
Su respuesta: Los rituales tratan con algo más esencial, algo que precede al intelecto. Los rituales tratan con la identidad, el contexto en el cual trabajan las funciones intelectuales. La identidad es el pegamento con el cual se mantiene unida la tribu. Más específicamente, Sosis demuestra que si hablamos de rituales que no pueden falsificarse (léase: que no se pueden probar ni no probar), involucran a la persona dentro de un gran riesgo o sacrificio (“demasiado riesgoso para fallar”) y son realizados por una persona o en conjunto con otros miembros de la tribu. Si no hay riesgo no estarás probándole nada a nadie, ni siquiera a ti mismo. Y si haces algo que tiene sentido, entonces lo estarás haciendo justamente porque le ves sentido, y no para demostrar lo que realmente eres.
Si partimos desde la cosmología de la Torá, el ritual verdadero pasa a ocupar aún, un gran lugar. Las mitzvot como rituales no sólo articulan a la gente como un todo cohesivo sino que la unen sobre una base de verdad todo trascendente e irreconocible, más bien conocida como Di-s. Esta es la verdadera esencia del judaísmo y el secreto de la supervivencia de esta religión como tribu: El Pacto. Sí, otras tribus poseen sus deidades particulares, totems e idolatrías, pero los judíos poseen un Pacto con el Hacedor de los Cielos y la Tierra y esta es la verdad que los define. Eso es lo que somos y sin esto no existimos.
¿Cómo hago entonces para establecer, sostener y perpetuar este pacto con un Di-s trascendente que no se puede conocer? Si no puedo afirmar mi compromiso con otro individuo a través de una acción a la cual le encuentro sentido, cuanto más difícil me será, establecer un lazo eterno con una entidad infinita a través de la realización de pequeños actos que encajen exactamente dentro de mi endeble cerebero. El único y verdadero lazo se logra a través de lo supra-racional. Un ejemplo de esto son esas cajas negras de cuero que coloco sobre mi cabeza y mi brazo,
¿Entonces esto quiere decir que no esta permitido que algo tenga sentido? De ninguna manera. Este Di-s infinito desea que entablemos un lazo con todo nuestro ser y nuestro cuerpo, con nuestras manos, nuestros pies, corazones y hasta con nuestra mente. Si nada tuviera sentido entonces el corazón y la mente quedarían fuera de la ecuación. El nos provee la oportunidad de entablar lazos a través de mitzvot que sí tienen sentido, como por ejemplo no robar, visitar a los enfermos, honrar al padre y a la madre. Incluso las que trascienden la razón, a las cuales llamamos Jukim, como ser la prohibición de vestir lana y lino mezclar carne con leche, también nos proveen de algún tipo de razonamiento que funciona en nuestro mundo.
Aún así, sin embargo, en lo que se refiere a la primera motivación de todas, aquella que se refiere a todas las cosas judías que hace un judío, la respuesta es “porque si”. “Hey soy un judío y esto es lo que los judíos hacen”. En otras palabras, tiene que ver con el pacto con un Di-s al que nunca conoceremos realmente ni tampoco desearemos conocer. Pero hacemos lo que Él nos manda, porque sí, somos Su tribu.
Como el hecho de tirar los huevos. Es una experiencia unificadora. Hagámoslo con amor.