Sefirat Haomer
El 15 de Nisan el pueblo judío salió de Egipto. A partir del segundo día de Pesaj contamos los 49 días que nos separan de Shavuot.
RECORDAR Y REVIVIR
Al celebrar la Festividad de Pesaj, recordamos el gran evento acontecido al comienzo de nuestra historia: la liberación de nuestro pueblo de la esclavitud de Egipto, con el fin de recibir la Torá como hombres libres.
La memoria y la imaginación permiten que nos asociemos a un evento del pasado. Al hacer esto revivimos y experimentamos aquellos sentimientos y emociones que fueron sentidos en el momento de los sucesos. Es tan sólo físucamente que el ser humano está limitado por el tiempo y el espacio; pero para la mente, no existen esas barreras. Cuanto mayor es la supremacía del espíritu sobre la materia, mayor es la facilidad para asociarse con un evento del pasado y experimentar su mensaje e inspiración en forma plena.
Nuestros sabios comentan respecto del versículo: (meg.Ester 9:28) “…y aquellos días serán recordados, aquellas influencias Divinas que dieron lugar a esos milagrosos eventos de antaño, despiertan nuevamente por medio del recuerdo y el relato. La atmósfera singular que rodeó a los eventos originales de la festividad, con todos los aspectos que conmueven al alma, surge nuevamente y son “hechos”cuando los evocamos.
Este es uno de los motivos por los que debemos recordar la liberación de Egipto en cada generación. Todo judío debe verse a sí mismo cada día, como si él personalmente se hubiera liberado ese día de Egipto. Cada día el judío debe practicar y buscar experimentar, un éxodo y liberación del “Egipto” en el que se encuentra, o sea liberarse de las distracciones materiales y físicas, de las limitaciones y obstáculos impuestos sobre su espíritu por su cuerpo y sus deseos.
Vemos entonces que la contraparte espiritual del evento histórico de la Liberación de Egipto es la liberación del “Alma Divina” de su prisión corporal. Esto debe ser experimentado cada día constantemente, con el fin de poder disfrutar de una verdadera libertad, ya que la peor y más dolorosa forma de esclavitud, es aquella que somete al individuo a sus propias pasiones y deseos.
Cuando el judío consigue esa libertad interior, lograda únicamente viviendo de acuerdo a la Torá y a sus preceptos, experimenta un sentimiento de armonía interior, satisfacción y paz, que son el preludio de la libertad y de la paz del mundo que tendrá lugar con la próxima llegada de nuestro justo Mesías.
ACERCA DEL SIGNIFICADO DE LA “SEFIRA”
Estos días –los que transcurren entre las festividades de Pesaj y Shavuot -se distinguen por la costumbre de la “Sefirá”, es decir, el recuento de los días del “Omer”. Se comienza contando inmediatamente después del día de la liberación de Egipto, Pesaj, y se continúa durante cuarenta y nueve días, al cabo de los cuales se celebra Shavuot, festividad de la entrega de la Torá, momento supremo de la liberación.
Hay una famosa enseñanza del Baal Shem Tov, fundador del Jasidut: Un judío debe intentar encontrar en cada cosa que ve y escucha, una lección y una guía para mejorar su servicio al Todopoderoso. Eso es cierto respecto a “todo lo que ve y escucha”, y ciertamente es así con respecto a las festividades de nuestra Torá, donde encontramos instrucciones importantes para nuestra vida. Examinemos entonces la lección vital que nos enseña la festividad de Pesaj y el cumplimiento de la cuenta de la Sefirá.
Durante siglos, los Hijos de Israel, fueron esclavizados en Egipto, oprimidos de cuerpo y espíritu, con gran peligro de asimilarse. De hecho, descendieron a un estado espiritual tan bajo que cuando Moshé les llevó el mensaje de salvación, no lo escucharon “por falta de espíritu y por el trabajo forzado”.
De todas formas, después de su liberación, consiguieron en corto tiempo, el nivel espiritual más elevado al que un ser humano pueda aspirar. Todo hombre, mujer y niño de Israel fue apto para la Revelación Divina en el Monte Sinaí, y fue merecedor de recibir el conocimiento más elevado y la fuente inagotable de conocimiento y fe para todas las generaciones venideras.
Eso muestra que toda persona es capaz de elevarse desde los niveles más bajos a las alturas espirituales más elevadas en un tiempo increíblemente corto, si tiene el deseo sincero y la voluntad de hacerlo.
Los Hijos de Israel tenían ese deseo y esa voluntad. Cuando supieron acerca del verdadero propósito de su liberación:al recibir la Torá en el Monte Sinaí, se mostraron impacientes por la llegada de ese momento y contaron cada día, deseosos de anticiparse al evento. Por esa misma razón es que nosotros contamos los días de la Sefirá, recreando los sentimientos de nuestros padres en nuestros corazones.
Lo que recién mencionamos tiene además un mensaje estimulante para todos: cuando una persona muestra un resuelto deseo de elevarse sobre su nivel, Di-s lo ayuda a conseguir su objetivo, liberándolo de aquellos defectos que obstaculizan su propósito, de manera tal, que todo judío puede cumplir la misión destinada a su alma en este mundo.