Parsha Vaera
Transformar el “Agua en sangre”
“Ven, habla al Faraón, el rey de Egipto, y que envíe a los hijos de Israel de su tierra” (SheMoT 6:10)
Uno de los motivos de la centralidad del Éxodo de Egipto en el judaísmo (hasta el punto de recordarlo a diario en la plegaria), es que en el estado espiritual del alma humana, el salir de Egipto es un proceso constante de todos los días. La palabra Mitzraim (Egipto en hebreo) proviene del término Metzarim, límites, refiriéndose a los condicionamientos y frenos que existen en cada persona. Cada día debe llevar a cabo nuevamente un símil de “salir de Mitzraim”- superar y librarse de esas limitaciones y brindar a su Alma Divina la libertad de expresarse de acuerdo a sus verdaderas aspiraciones. El párrafo bíblico semanal nos relata sobre cómo comenzó el éxodo de Egipto, y de ello podemos aprender los caminos a través de los cuales es posible “salir de los metzarim” también en el plano espiritual del alma.
DE LA FRIALDAD AL CALOR
La primera plaga que se asestó a los egipcios fue la de sangre: todas las aguas de Egipto se convirtieron en sangre. De ello se aprende que el primer paso para liberarse de Mitzraim es transformar las “aguas” en “sangre”. El agua simboliza la frialdad, tranquilidad, falta de efervescencia y entusiasmo. La sangre, por el contrario, es el símbolo del calor, el fuego, la emoción. Esto es lo primero que se le dice al judío: ¿deseas salir de “Egipto”? ¿Tu intención es liberarte de los condicionamientos que encierran a tu alma Divina?- ante todo debes transformar el “agua” en “sangre” en lugar de frialdad introduce a tu seno interior calor, entusiasmo, fuego.
LA NECESIDAD DE LA EMOCIÓN
Puede uno argumentar ¿para qué tanto entusiasmo? Sin ello también soy un buen judío. Cumplo los preceptos, estudio Torá, soy cuidadoso de no transgredir las prohibiciones de la Torá. ¿Para qué necesito entusiasmo en ello? A eso se le responde que la frialdad la raíz primera de todo mal. El verdadero significado del estado de frialdad es que los temas realmente no afectan a la persona. Vemos en la práctica que cuando se trata de un tema que verdaderamente nos interesa y es cercano a nuestro corazón, no permanecemos apáticos y fríos. La frialdad es un síntoma de que la relación del judío con la Torá y sus preceptos es sólo “una conducta rutinaria aprendida”, es sólo una acción seca y mecánica. Este estado es el principio de la caída. Por ello, el primer paso en la liberación del alma de sus limitaciones y pre condicionamientos es apartar la frialdad y la apatía, e introducir en su lugar calor y entusiasmo. Se debe estudiar Torá, cumplir los preceptos y servir a Hashem con alegría y entusiasmo, con agilidad y fuego, como nos vinculamos con aquello que nos incumbe y mueve.
MITZVOT CON LUJO
Una de las expresiones prácticas de una implicación real es el tema de cumplir los preceptos con lujo- hidur mitzvá. Cuando uno sirve a Di-s con frialdad, le es suficiente con una Mezuzá simple, Tefilín baratos, una plegaria resumida y un cuidado mínimo del Kashrut, la alimentación ritual judía. Al fin y al cabo lo que pretende es cumplir con la obligación, y para ello es suficiente también con el mínimo. Pero cuando un judío está entusiasmado y movilizado en su servicio a Hashem, procura cumplir los preceptos de la manera más bella posible: procura los Tefilín y las Mezuzot de la mejor calidad, el Tzitzit más hermoso, el Kashrut de máxima seguridad, pues cumple con todo esto con cariño y deseo. Es este el previo paso en el proceso de “salir de Egipto”, y por medio de ello, llegamos finalmente a la liberación personal del individuo, y de la redención individual vamos a la redención general, a manos del Mashíaj Tzidkeinu.
Likutei Sijot, Tomo 1, Pág. 119