Vaiejí – “Señales de un Rey”
“Un cachorro de león es Iehudá de su devorado has sacado a mi hijo” (Bereshit 49:9)
Cuando Iaakov bendice a sus hijos antes de su muerte, amonesta a Reuvén, su primogénito, por un pecado que cometió y le quita el sacerdocio (la kehuná) y el reino. La monarquía la transfiere a Iehudá. Esto lo explica diciendo1: “de ser devorado has sacado a mi hijo”
Rashi explica que Iaakov se refería aquí a dos buenas acciones que llevó a cabo Iehudá:
1) Aconsejó vender a Iosef y con ello impidió su homicidio
2) La confesión pública de su pecado en el episodio de Tamar, con lo cual la salvó de ser quemada.
¿CUÁL ES LA DIFERENCIA?
Esto llama la atención: ¿no estuvieron presentes acaso con Reuvén exactamente las mismas dos virtudes?. Con respecto a Iosef, Reuvén dijo2: “no terminemos con su vida” y mientras que Iehudá vendió a Iosef a cambio de dinero, Reuvén pretendía liberarlo totalmente- “¡para salvarlo de sus manos y devolverlo a su padre!”3.
También en lo que respecta a su arrepentimiento por su pecado, Reuvén fue superior a Iehudá: Iehudá estuvo obligado a reconocer su pecado, caso contrario hubiese sido el causante de la muerte de Tamar. A diferencia de ello, Reuvén, aunque su pecado no fue un pecado propiamente dicho, puesto que “reclamó por la venganza de su madre”4, sin embargo hizo un arrepentimiento tan profundo y tan extenso, al punto que nueve años más tarde, cuando tuvo lugar la venta de Iosef, todavía ¡“estaba ocupado con su ropa (de duelo) y su ayuno”!5
ELEVACIÓN PERSONAL
A Reuvén se lo privó de la monarquía y del sacerdocio6, pero no de la progenitura, y aquí está el núcleo de la explicación. Hay una diferencia esencial entre el reino y el sacerdocio con la primogenitura: reino y sacerdocio se expresan fundamentalmente en la entrega hacia los demás. El Rey dirige y maneja los asuntos del reino; el Cohen- sacerdote- bendice al pueblo y le enseña Torá. A diferencia de ambos, la primogenitura es una cualidad personal que sólo afecta a uno mismo.
Reuvén, en su carácter de primogénito, era íntegro. Intenta actuar para salvar a Iosef. Se arrepiente y es un penitente total por su pecado durante largos años. En lo que se refiere a su persona, su conducta es perfecta. Pero en lo que respecta al prójimo, en los hechos no lo ayudó. A Iosef no lo salvó, por el contrario, causó que sea arrojado a un pozo lleno de serpientes y escorpiones. Su arrepentimiento fue algo entre él y su Creador, sin relación alguna con el prójimo (y por el contrario, sino hubiera estado ocupado con “su ropa de duelo y su ayuno”, puede que se hubiera impedido la venta de Iosef y se hubiera ahorrado todo el descenso al exilio en Egipto)
PREOCUPARSE DEL PRÓJIMO
A diferencia de ello, Iehudá, a pesar de que trabajo interior en el arrepentimiento no era tan profundo, en los hechos concretos fue quien causó la salvación del prójimo: fue él quien salvó a Iosef del pozo y a Tamar de la sentencia de ser quemada. Su actitud de firmeza y sacrificio en aras del prójimo probó que específicamente él era apto para el reinado, que implica preocuparse por el otro. Por eso no se transfirió la monarquía de Reuvén a Iosef.
En esto hay una lección eterna: está prohibido que el judío se concentre sólo en el perfeccionamiento personal. El desinteresarse por el otro puede causar ‘su venta’ y constituirse la raíz de todos los exilios. El judío debe dedicarse al amor al prójimo, que es “toda la Torá”7. Entonces, a pesar de que él mismo no se encuentre en un nivel tan elevado, en mérito a su ayuda al prójimo está ligado a “toda la Torá”, y a su vez apura la llegada del Mashíaj y la verdadera y completa redención.
(Likutei Sijot Tomo 15, Pág. 439)
NOTAS: 1.Nuestra Parshá 49:9 2.Bereshit 36:21 3.Rashi Bereshit 37:22 4.Rashi 35:22 5.Rashi 37:29 6.Rashi Vaiejí 49:3 y Onkelus allí 7.Tania Cáp. 32